viernes, 18 de marzo de 2016

Un gilipollas en la biblioteca.

Estoy en la biblioteca haciendo hora para ir a la psicóloga . Leo los escritos de Edward Munch.

Frente a mí, unos sillones más allá, se sienta un hombre viejo que lleva consigo todas sus pertenencias.

Está claro que es un indigente que se dispone a pasar a la mañana a cubierto, echa una cabezada, lee y descansa tanto como le es posible.

Se oye a un gilipollas hablando por teléfono, gritando y dándose importancia, como sólo saben hacer los gilipollas. El idiota de él no se da cuenta siquiera de que hay más gente en el mundo.

Mientras tanto el indigente se despierta con los gritos que interrumpen su precario descanso, escucha todas las idioteces del tonto y lucha por continuar viviendo su vida, en la biblioteca, como hacemos también de alguna manera muchos otros.


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