domingo, 24 de septiembre de 2023

Carta a todos y por supuesto a todas

Parece que siempre, me dicen que ya desde niño, he sido un ser bastante solitario, y aunque he tenido también la necesidad de estar con otros, sobre todo cara a cara con un amigo o en pareja, me he provisto bien de aficiones como la música o la lectura o la escritura para pasar las horas de silencio.


Leo hoy en un libro del psicólogo Boris Cirulynk que un padre navegante puede estar más presente cuando está de viaje, porque se habla más de él, que cuando está en casa porque su presencia puede ensombrecer la convivencia.

La presencia es por tanto también un pensamiento, un recordar y un decir a ese cuya presencia no es física en ese instante.

No sé si para conjurar a alguien es necesario estar en compañía y "hablarlo" con otro, o si se puede hacer en solitario y en voz baja, ni si es imprescindible o no nombrarle.

Si solo se necesita imaginar aquí estáis muchos conmigo, y cuanto más tiempo estoy solo más estáis porque más tiempo tengo para pensaros.

Y así se explica que uno que piensa en los demás nunca está solo y que no existe la soledad, sino sólo una cierta nostalgia por los cuerpos ajenos, pues las mentes se pueden tener con uno, dentro de uno, en el pensamiento.