martes, 8 de noviembre de 2016

Suspensión de la incredulidad



En la narrativa, en el teatro, en el cine, existe algo llamado “suspensión de la incredulidad”, uno prefiere pasar por alto ciertas cosas poco creíbles para poder participar de lo que se va a contar.

Este mecanismo es algo asombroso, vemos al titiritero manejar su muñeco, por supuesto el humano es más grande que la marioneta y está más vivo que el propio títere pero aun así nos concentramos en el muñeco y el titiritero desaparece.

Lo mismo pasa con la televisión, la encendemos y nos sumergimos en la historia. Muchas veces los personajes son de otros países, culturas o incluso de otras épocas pero queremos disfrutar un rato así que nuestro cerebro hace que el mundo entero desaparezca.

Todo esto me hace pensar que si esto sucede en los libros, en el cine, en el teatro, en la televisión… lo lógico es que ocurra lo mismo en cualquier otra faceta de la vida, en el deporte, en la religión, en la política o en el amor.

Es la suspensión de la incredulidad lo que hace que el mundo funcione y que se mueva tal y como lo hace.

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