miércoles, 3 de febrero de 2016

Perros y correas



    Tengo que hacer ejercicio por eso todos los días, después de desayunar y ducharme, salgo a dar un paseo que es largo o corto, según mi estado de ánimo y del estado del tiempo.

   Hoy es domingo y parece que algún albañil le ha echado una lechada a la ciudad. La niebla te come los pulmones, por eso camino despacio.


   Cruzando el puente de hierro un perro se me acerca y recibe un tirón de la correa que sujeta una mujer, así que sin poder hacer un nuevo amigo sigo mi camino.

   El la plazoleta que hay entre el seminario y la filmoteca veo a lo lejos a otro perro que olisquea frenéticamente los rastros dejados por otros animales, a cada olisqueo le sigue un tirón de correa de su dueño lo que resulta inútil, porque el perro sigue su instinto y no puede evitar seguir oliendo todo el terreno por el que pasea.

   Dejo al dueño y al pobre animal inmersos en su absurda batalla de tirones, forcejeando el uno con el otro y pienso en la estupidez del ser humano que es incapaz de comprender a unos seres tan nobles y tan hermosos y que sobre todo pueden dañarlos con su idiotez y con su ignorancia.

 


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