La vanidad del
patinador sobre hielo. Él es el mejor del mundo, de Europa, de su país, de su
club... da igual, lo importante es que él lo sabe pero, ¿mejor en qué? ¿Ha
desarrollado una vacuna? ¿Ha inventado algo? No, pero la tele retransmite su
actuación porque es difícil y él es un ser disciplinado. Le hacen planos
cortos, planos largos, medios planos mientras se desliza.
El patinador
sonríe en medio del esfuerzo como si no sudara, como si no fuera una persona,
como si fuera un ser casi divino que fuera en realidad capaz de patinar sin
esfuerzo. Repite sin cesar lo que otros hicieron ya. A veces se cae y enseguida
se pone de nuevo en pie, siempre sonriendo en una mueca antinatural y también largamente
ensayada y la tele lo retransmite, lo retransmite, lo retransmite.