viernes, 25 de diciembre de 2020

Sábanas

Me despierto una hora antes de que suene el despertador, y al ver esto el reloj me doy cuenta de que ya no me voy a poder volver a dormir, tengo la boca pastosa, bebo un trago de agua tibia de la botella que tengo en el suelo junto a la cama. La calefacción ha debido quedarse encendida toda la noche y tengo la almohada mojada, así que le doy la vuelta y siento asco al seguir notando el pelo mojado, soy yo el que lo ha empapado todo de sudor, intento no reparar en ello y volver a dormirme sin éxito, las sábanas están ásperas, debería haberlas echado a lavar hace días. 

Empiezo a preocuparme por lo que va a pasar en la jornada de trabajo, en realidad se trata de un día corriente, como el de ayer y el de anteayer, como casi todos, y en teoría no hay a la vista nada angustioso, aun así pensar en él me produce ansiedad, atrapo entonces la cajita en la que tengo preparada la medicación sobre la mesilla, y empujo las tres pastillas al interior de mi garganta con otro trago de agua tibia, creo que cuando suene el despertador todavía no me habrán hecho el efecto requerido, pero algo he avanzado. 

Sigo intentando controlar el día que esta a punto de empezar en mi cabeza, y sin darme cuenta, mientras toda esta lucha se ha ido desarrollando sin control en mi imaginación, ha ido pasando la hora y suena el despertador, lo apago, me incorporo en la cama y me siento como si hubiera vivido en una hora, antes ya de dar el primer paso de la mañana, una entera y larga tarde de domingo.

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