viernes, 9 de junio de 2017

La botella de absenta



Ninguno de los dos había pegado ojo en los últimos meses, habían perdido al bebé que esperaban, días después perdieron su pequeña taberna y ahora se enfrentaban al embargo de su apartamento y de todo lo poco que les quedaba. Llevaban doce años viviendo juntos y en esos años les había dado tiempo de hablar de todo. En una de aquellas conversaciones juraron que si algún día se encontraban desesperados se matarían juntos. Para ello, en el fondo del cajón más grande del armario, en una caja de zapatos estaba reservada, a tal fin, una botella de absenta, que mezclarían con valium.

-Déjate de hostias y pásame la absenta, musitó ella mientras jugueteaba con la caja de diazepam.
- Muy bien, toma, echa las pastillas en la botella, voy a por los vasos, contestó él.

La absenta se deslizó en la cucharilla deshaciendo el azucarillo con el que, según habían oído, había que mezclarla. Caía en el segundo de los dos vasos que habían dispuesto junto a la jarra de agua, al lado de Valium.

-  A ver si de una puta vez lo hacemos, susurró ella de nuevo, ah, y ponles un poco en la comida a los gatos.

A la mañana siguiente los dos gatos ronronearon un buen rato sobre sus cuerpos todavía templados

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