Querría no tomarme en serio ni de ninguna otra manera, ser como a un niño, mejor que un niño.
Deshacerme como un azucarillo al contacto con la absenta en la cucharilla, caer en el vaso ardiendo en alcohol y pasar por tu garganta calentándote, reconfortándote, llenándote el cuerpo y la mente de esperanza, de serenidad, de vida.
Querría volver a jugar en el parque tranquilo.
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