Por otra parte, cuando uno está sólo, absolutamente sólo, cuando sabe que nadie conoce nada de sus pensamientos más profundos ni de sus asuntos más superficiales, uno encuentra este estado soledad y de abandono un placer que le conecta con el que sintió de niño, cuando deambulaba escondiéndose por la casa abriendo los armarios y los cajones de los mayores.
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