Las ideas son seres delicados y poco conocidos, a pesar de que habitan entre nosotros y nacen en nuestro interior. De hecho, la mayoría de ellas mueren porque al salir de nuestros cuerpos al vacío, al aire, no se les prestan los cuidados necesarios, desintegrándose en el olvido.
Para poder atender estos alumbramientos la persona interesada debe tener el instrumental adecuado. Una pluma y un folio requieren una mesa, así que es este un material poco útil si el nacimiento se produce mientras paseamos, un lápiz necesita sacapuntas y a veces goma, y aunque puede servir en algunos casos, su punta nos aguijonea la piel del muslo a través del bolsillo del pantalón, por eso son el bolígrafo y la libreta los artículos de los que un recolector de ideas no debe carecer nunca.
Es bien conocida por todos los escritores, músicos y creadores en general, la especial circunstancia consistente en que, cuando la idea brota de la cabeza, nunca se tiene nada con que recogerla, esto no es casual, la idea sabe bien si hay útiles de escritura cerca o lejos y calcula la distancia entre ella, y pongamos el bolígrafo, antes de nacer, puesto que para la idea, esos instantes que para nosotros son sólo unos segundos, constituyen la primera y muy necesaria época de su vida. En ese tiempo, que es más denso largo y profundo para ellas que para nosotros, ellas vuelan en el aire, se impregnan de mundo y maduran lo suficiente como para no morir si son llevadas al lenguaje escrito demasiado pronto, lo que es muy traumático para ellas. Así que el bolígrafo debe estar lo suficientemente lejos del pensador como para no asustar a la idea que nace, y lo suficientemente cerca como para poder recibirla en su punto exacto de madurez.
Una vez hecho esto la idea irá germinando el papel todo, y para que esto ocurra hay que dejarla reposar de su esfuerzo natal, de su vuelo, y de su crecimiento. Sólo más tarde, si ella quiere, se podrá jugar con ella y hacerla crecer, dejando siempre que sea ella quien decida cuando ha acabado de realizarse.
Lo que ocurre después es de todos conocido, la idea se expande, y a través del medio artístico que haya elegido se propaga en las mentes de todo el mundo, pues una vez en la memoria de la gente se transmite, aunque a veces transformada, de unos a otros y de generación en generación, en esta nueva etapa de su existencia.
Esta, queridos lectores, es la etapa en la que se halla esta idea sobre la que escribo ahora, y que he recogido al vuelo esta mañana cuando paseaba.
Mientras nuestras conciencias existan, unidas por ella, y por otras como ella, ella existirá también, dentro de nuestro cerebro común, en nuestras cabezas.
Y este ha sido, estimados amigos, el pequeño manual de cuidado y crianza de las ideas. Deseando que os haya servido se despide este buscador aficionado de pequeñas y medianas ideas.
Un abrazo y salud,
No hay comentarios:
Publicar un comentario