En mis sueños los trenes son de madera y vapor. Están parados en mitad del
campo, entre dos verdes colinas atestadas de gente.
Me busco a mí mismo entre el gentío, desde las ventanas, desde los estribos
y, al no encontrarme, cuando el tren por fin lentamente avanza, parto
angustiado, incompleto y solo.
Me pregunto después, una vez despierto, qué partes de mí mismo he ido
dejando abandonadas, perdidas entre la gente y solo espero que estas partes
sean capaces de encontrarme en algún lugar de mi camino.