Otras veces los trenes de mis sueños son viejos talgos con luz fluorescente
en su interior, atrapados en los raíles de una montaña rusa que hace las veces
de carretera entre dos ciudades.
La velocidad es vertiginosa. Todo es violentamente sacudido y los escasos
viajeros asumen, mientras leen la prensa, su miedo como algo inevitable.
Los trenes de mis sueños son a veces lentos y otras veces rápidos, pero
siempre son lugares solitarios.
Son soñados por mí así, solitarios, porque este el tipo de tren que es necesario
para hacer un viaje a través del propio interior.