viernes, 4 de diciembre de 2020

Las ideas , pequeño manual de cuidado y crianza

Las ideas son seres delicados y poco conocidos, a pesar de que habitan entre nosotros y nacen en nuestro interior. De hecho, la mayoría de ellas mueren porque al salir de nuestros cuerpos al vacío, al aire, no se les prestan los cuidados necesarios, desintegrándose en el olvido.

Para poder atender estos alumbramientos la persona interesada debe tener el instrumental adecuado. Una pluma y un folio requieren una mesa, así que es este un material poco útil si el nacimiento se produce mientras paseamos, un lápiz necesita sacapuntas y a veces goma, y aunque puede servir en algunos casos, su punta nos aguijonea la piel del muslo a través del bolsillo del pantalón, por eso son el bolígrafo y la libreta los artículos de los que un recolector de ideas no debe carecer nunca.

Es bien conocida por todos los escritores, músicos y creadores en general, la especial circunstancia consistente en que, cuando la idea brota de la cabeza, nunca se tiene nada con que recogerla, esto no es casual, la idea sabe bien si hay útiles de escritura cerca o lejos y calcula la distancia entre ella, y pongamos el bolígrafo, antes de nacer, puesto que para la idea, esos instantes que para nosotros son sólo unos segundos, constituyen la primera y muy necesaria época de su vida. En ese tiempo, que es más denso largo y profundo para ellas que para nosotros, ellas vuelan en el aire, se impregnan de mundo y maduran lo suficiente como para no morir si son llevadas al lenguaje escrito demasiado pronto, lo que es muy traumático para ellas. Así que el bolígrafo debe estar lo suficientemente lejos del pensador como para no asustar a la idea que nace, y lo suficientemente cerca como para poder recibirla en su punto exacto de madurez.

Una vez hecho esto la idea irá germinando el papel todo, y para que esto ocurra hay que dejarla reposar de su esfuerzo natal, de su vuelo, y de su crecimiento. Sólo más tarde, si ella quiere, se podrá jugar con ella y hacerla crecer, dejando siempre que sea ella quien decida cuando ha acabado de realizarse. 

Lo que ocurre después es de todos conocido, la idea se expande, y a través del medio artístico que haya elegido se propaga en las mentes de todo el mundo, pues una vez en la memoria de la gente se transmite, aunque a veces transformada, de unos a otros y de generación en generación, en esta nueva etapa de su existencia. 

Esta, queridos lectores, es la etapa en la que se halla esta idea sobre la que escribo ahora,  y que he recogido al vuelo esta mañana cuando paseaba. 

Mientras nuestras conciencias existan, unidas por ella, y por otras como ella, ella existirá también, dentro de nuestro cerebro común, en nuestras cabezas.

Y este ha sido, estimados amigos, el pequeño manual de cuidado y crianza de las ideas. Deseando que os haya servido se despide este buscador aficionado de pequeñas y medianas ideas.

Un abrazo y salud,


jueves, 3 de diciembre de 2020

Memoria, evocación, olvido.

 He vivido cada uno de mis casi cincuenta años en la misma capital de provincias, y dentro de ella siempre en la misa pequeña zona de no más de dos kilómetros cuadrados, donde además he tenido mis trabajos.

Por eso cuando salgo a la calle me la encuentro llena de recuerdos, en cada banco de cada parque, en cada fachada de cada edificio, en cada recorrido de cada línea de autobús, en cada bar, en cada portal y en cada esquina, encuentro las calles plagadas de recuerdos que vienen a mi mente sin quererlo yo y que me hieren, unos por representar malos momentos, y otros por traerme a la memoria buenos instantes ya perdidos. Quizá me pasa esto porque soy una persona demasiado sensible, pero eso a fin de cuentas no puede cambiarse y no importa, porque quiera o no cada salida de casa se convierte en un involuntario, inevitable y poco deseable viaje al pasado, en una tortura constante, en un marasmo de tristeza del que sólo consigo salir cuando llego a casa, leyendo.

He ensayado, por consejo de varias psicólogas, algunas estrategias para disminuir, no los recuerdos y sus avenidas, la memoria no se puede borrar, sino su impacto sobre mi maltrecha mente.

Así he practicado la relajación, el mindfulness, la meditación, e incluso una de estas psicólogas me sugirió que llevara algo nuevo cerca de cuerpo que pudiera tocar cuando estos pensamientos me abrumaran, así que  elegí y compré un anillo, y me dijo que cuando tocara este nuevo objeto, el anillo, repitiera una letanía, algo así como "Estoy tocando este anillo nuevo, cuando me ocurrió esto que estoy recordando no lo tenía, ahora estoy en el presente, aquello pasó, ahora tengo experiencia y recursos para gestionar estas emociones". Aunque ella lo llamó "anclaje" yo pensé  "Vaya, una psicóloga me recomienda que use un amuleto y una oración". Debo reconocer que esta fue la única estrategia que me ayudó algo, como ha ayudado la magia a tantos tantos siglos.

Al acabar una de mis semanas laborales, legaron mis dos días de fiesta, lunes y martes, y ante la perspectiva de pasarlos vagando por mis recuerdos callejeros, metí cuatro cosas en una bolsa, me dirigí a la estación y cogí un tren, uno que me llevara al mar.

Al llegar a mi destino bajé la rambla que separa las vías del paseo marítimo y me senté en un banco a contemplar el mar. Este es mi único consuelo, poder mirar y no ver edificios, ni calles ni esquinas con bares, ni bancos en parques, ni autobuses girando para encarar sus eternos recorridos.

Desde entonces aquí estoy junto a él en un banco, ya no puedo moverme ni volver, ya tengo dentro  recuerdos del mismo mar, y en ellos, que no tienen vestigios de mi vida pasada, voy a gastar los días que me quedan.

Así que si me veis aquí, inmóvil, con mi abrigo viejo, con mi barba de meses, con mi pelo largo y la piel abrasada por el Sol, no me saquéis de mi ensoñación, pensad que estoy viviendo ya dentro de mi propio libro, de mis propios recuerdos, llenos de mar.

domingo, 29 de noviembre de 2020

Máximas mínimas en otra noche de insomnio


                                                            


- Una de cal es ya demasiada cal, por mucho que después se de otra de arena.

- Hay explicaciones que nos dieron en la infancia que están todavía allí, como si fueran ciertas, esperando a ser revisadas por los adultos que ahora somos.

- La justificación que se da de un acto que se realiza casi nunca se corresponde con su causa verdadera.

-  Entre engaños y auto engaños no hacemos un pensamiento bueno.

- De un niño que va por primera vez al colegio sus padres dicen “Allí le enseñaran”. Qué profundidad, y qué belleza contiene esta frase.

- Retirarse del mundo, eso no puede hacerse, ni siquiera muriendo.

- Me gustaría que nos preguntásemos unos a otros ¿Qué horizonte ves tú, y desde dónde?

- ¿No te despiertan a ti también,  a veces, veces, tus propias ideas.

- El silencio es la oscuridad.

- El arte es lo que hace el ser humano con su desesperanza,

- El sonido es el fluido que acompaña a todo fluido.

- El mundo, cada día está más lleno de objetos y más vacío de contenido.

- Ya no se puede llegar a ser, ni a existir plenamente, sólo se puede estar.

- Tengo que pensar.

- Lo que no puedes es dejar de hacerlo.

- El cuarto poder ya no existe, corresponde a la gente ejercerlo, si quiere y si todavía puede hacer el esfuerzo.

- Para el lector bueno no hay libro del que no se pueda hacer una buena lectura.

- "la lucha" es desgaste y produce más lucha, hay que buscar otra táctica.

- Hay que ver lo que piensa el cerebro por su cuenta.

- Vive y déjame vivir.

- Qué bien te quiero, te haré llorar.

- No son más fuertes, sólo pelean mejor.

- Que descanse en paz, él o ella, para ti.

- No es que el poder corrompa, es que para llegar al poder hay que corromperse.

- La emoción es la medida del tiempo.

- El movimiento siempre es perpetuo

-Sólo somos capaces de cooperar para destruir.

- Esta herida no es de hoy, no está aquí,

- las falsas razones pueden razonarse bien, eso no las hace verdaderas, hay que tener cuidado con "la razón"

- Una mentira repetida mil veces se convierte en una estupidez.

- Las relaciones son épocas que una vez que acaban no se pueden recuperar.

- las personas están convirtiéndose en marcas, en imágenes, en fotos.

- la ciencia sólo se pregunta lo que puede responder, los problemas realmente difíciles ,los fundamentales se los deja a los filósofos a las letras. En esto reside el éxito de la ciencia.

- No intentéis sacar a nadie de su error, pues su error es su verdad.

- No intentéis sacar a nadie de su error, pues su error es su verdad.

-La vida es el mercado.

-Querer no es poder, querer es simplemente querer, y eso es ya mucho más que suficiente.

. Soledad: la llamada es la respuesta

 - Dar sentido a la vida ¿Será darle razón, o darle mejor sentimiento, le has dado una razón o le has sentido? El sentido de la vida no es desde luego una razón es un sentimiento que no es otro que el amor.

- Vales tanto cuanto eres capaz de amar.

- La gente es insensible y por eso no lo sabe.

- Querer no es poder, poder es ser querido.

- Tan pocos super dotados y todos dedicándose al porno.

- Sólo soñamos con nosotros mismos.

- La gestión se convierte fácilmente en  ingestión.

- La comunicación se ha convertido en un juego de palabras.

- Estoy sólo porque estoy enfermo y estoy enfermo porque estoy sólo.

- Siempre quieren más los que menos dan.

- Los agujeros negros son los parpadeos de los ojos de Dios.

- Dios es un sentimiento humano

- Vivimos a cuatro calles, y no podemos vernos nunca, me rodeas, pero no me escuchas.

- A veces el fin es el sentido.

- Que seamos capaces de la alegría, ese es el milagro del ser humano

- Los que se consumieron creando fueron su propio combustible.

- Camino y siento que estoy pasando, como una sonata de Bach, flotando por el espacio, a través del aire y del tiempo.

- Escribo y escribo, intento comunicar mi pensamiento, por si le pudiese servir a alguien, pero en realidad pienso que uno sólo puede influir en uno mismo.

- La de uno siempre es la tristeza más triste.

- El mundo interior, mayor o menor, es la medida de la sabiduría de cada cual.

-El gato, con su sola presencia te enseña que nada es como piensas que es.

- ¿Quién dijo que un laberinto tenía que tener entrada y salida? en un buen laberinto, no se entra ni se sale, como en la vida, simplemente, se cae en él.

- La lucidez ciega y mata.

- Los sueños también son pensamiento.

- El bien y el mal no existen por sí mismos, pero por suerte existen en nuestro sentimiento y en nuestra sensibilidad hacia ellos.

- En realidad nunca nos recuperamos de nada, sólo seguimos adelante como buenamente podemos, eso que llamamos "recuperarse" no es mas intentar que llenar con esperanza  las heridas siempre abiertas.

- Parafraseando a Neruda "Confieso que he leído".

- Entre el sueño y la vigilia hay tragaluces por donde pasan de un lado a otro sueños y pensamientos.

- No estaría mal probar a dejar de actuar contra para empezar a actuar a favor.

-Es el dolor lo que impulsa a amar.

sábado, 28 de noviembre de 2020

De nuevo máximas mínimas

El sufrimiento es incomprensible, es sentimiento, no es razón.

Lo que no te mata no te hace más fuerte, sólo te deja secuelas y por tanto te debilita.

A veces sólo el sueño puede aliviar la desesperanza.

Estar junto a alguien cambia el devenir del propio pensamiento.

El conocimiento y la sabiduría van a desaparecer antes de haberse desarrollado plenamente.

La belleza exterior también está en el interior, porque es allí donde se elabora su percepción. Todo nos pasa por dentro.



martes, 24 de noviembre de 2020

El caballo de negras

 La partida de ajedrez nocturna me había desvelado, María se fue a la cama y yo salí a contemplar la tormenta de verano al porche de la cabaña, acariciando en el interior de mi mano derecha el caballo de negras con el que acababa de perder.

Un tremendo haz de luz me cegó y me desplomó, envuelto en mi fino pijama que ardía, sobre el suelo de madera, donde perdí el conocimiento. Me desperté dos días después en el hospital, respirando en una nube de olor a hollín y a carne quemada, y de médicos que estudiaban fascinados mi caso. Todavía no podía hablar, me ardía la garganta y tenía la lengua tan inflamada que apenas podía tragar mi propia saliva, por suerte estaba muy sedado por la morfina. En medio de la nebulosa que esta droga me causaba, María se preocupó de contarme que me había caído encima un rayo, que ella apago las llamas que me envolvían y que me reanimó como mejor supo, que me trasladaron al hospital en ambulancia, que por suerte llevaba puestas las zapatillas de estar en casa y que eso, probablemente, me había salvado la vida. Me explicó que aquellos horribles dibujos rosáceos en forma de árbol que me recorrían el cuerpo, eran mis vasos capilares que se habían dilatado por la descarga, y que en unos días las marcas desaparecerían. Además de eso sólo tenía algunas heridas y las quemaduras que me había provocado la ropa ardiendo. Los pequeños puntitos negros que tenía mi piel eran también quemazos, los de mi propio sudor, cuyas gotas, al hervir sobre la piel me habían escaldado todas esas zonas como si me las hubiesen abrasado con la tea de un cigarrillo. 

No era raro que me doliera todo el cuerpo, que te alcance un rayo es como si se te aplastara un edificio, por suerte este me había atravesado entrando en mi cuerpo por la mano derecha y saliendo por el pie del mismo lado, por eso tenía esos agujeros en ambas extremidades bajo las vendas. Mi salvadora me dijo también que no me preocupara, que era un milagro que hubiera sobrevivido y que lentamente me recuperaría, como así acabo siendo. Después de escuchar todo aquello con toda la atención de la que era capaz, volví la mirada hacia la mesilla y allí estaba, algo chamuscado, y como yo magullado, mi caballo de negras, que los médicos habían conseguido despegar de mis dedos.

María me dejó un año después, cuando vio que mi rehabilitación física llegaba a su fin, y todavía hoy a pesar de haber pasado más de  treinta años la recuerdo, y llevo conmigo siempre que puedo, en la mano derecha esta pieza de ajedrez. La llevo encima igual que llevo las gafas, las llaves de casa, la cartera, el teléfono o el inhalador del asma. Algo hace que este caballo me de seguridad, él hace que me serene en los días de tormenta, y a la vez me une a ese momento crucial en el que todo cambió por casualidad en un solo instante.

Una parte de mi, de mi mente, se quedó para siempre atrapada en aquella cabaña, con la tormenta, con el pijama en llamas, con el rayo, con la partida perdida y con el caballo de negras.


sábado, 21 de noviembre de 2020

El tiempo y sus vueltas

Al cabo de miles de años, y contra todo pronóstico, el tiempo volvió entero y por completo, superponiéndose segundo por segundo al tiempo que ya había existido, pegándose a él como en una cama bien hecha la colcha se adapta a la sábana, o la cubierta de un libro escolar a un forro adhesivo.
Sólo unos pocos intuyeron que estaba pasando algo importante, pero nadie en realidad tuvo conciencia plena de este regreso del tiempo, ni pudo saber si este se repetía sin cambios o si se producía en él algún pequeña variación, tan rápido pasa el presente, tenga o no este adherida otra capa de tiempo.
Alguno de estos seres sensibles anotaron sus extrañas sensaciones en sus diarios, pero para cuando el siguiente regreso del tiempo se produjo, estos escritos hacía siglos que habían desaparecido, dejándonos sin referencias, para siguientes advenimientos.

jueves, 19 de noviembre de 2020

Piensa y respira

 Es curioso que para calmar la ansiedad se nos diga que respiremos despacio, y que haciendo esto bajen las pulsaciones del corazón y así se calme la mente, y que igualmente si sube la ansiedad, que se supone mental. los latidos se aceleren junto con la respiración, es decir, que existe un camino que va desde la mente al cuerpo y viceversa 

De la misma forma sabemos que las enfermedades mentales como la depresión o la ansiedad tienen síntomas físicos, como la fatiga ,el dolor de cabeza las taquicardias y muchos otros, por eso se dice, y se cree, que la mente está en el cerebro.

Y yo me pregunto, desde mi humilde ignorancia ¿No será que la mente y el cuerpo son una misma cosa? ¿Dos cosas unidas por un camino no forman parte de lo mismo? si esto es así, el término "psico-somático" que suena tan antiguo, ya no nos sirve, necesitamos una nueva palabra ,o encontrar una existente pero que haya caído en desuso, esto sería lo mejor, que exprese este concepto, porque no se trata de por ejemplo, nombrar algo que afecta a la vez a la mente y el cuerpo, se trata de tener un vocablo que contemple que ambas cosas son una misma cosa,  

Esto que estoy diciendo es algo que mucha gente ya sospecha o sabe, pero como tenemos desde hace milenios ese follón con la religión que nos hace confundir el alma con la mente, y ese otro follón con los científicos que no admiten una evidencia hasta que esta les estalla en la cara, y ese follón con los lingüistas, que quieren ser científicos, pues nadie admite esto que es tan obvio, para tantas personas,  porque no hay pruebas científicas, aunque tampoco haya pruebas de lo contrario, y sin embargo se creyendo que el cuerpo es distinto de la mente porque así lo dicen la  tradición y el lenguaje.

A los que os preguntáis que por qué es tan importante tener una nueva palabra para esto, os diré que las cosas hasta que no tienen nombre no existen, o al menos no existen en nuestras mentes, lo que viene a ser lo mismo, Por algo se marra en  Génesis cómo Dios creó el mundo con La Palabra, y no es que yo crea mucho en Dios, pero desde luego las palabras son importantes para que las cosas existan en nuestra realidad ¿Y cómo vamos a pensar en nosotros mismos si ni si quiera existe una palabra que nos defina tal como somos? 

Ya decían los antiguos sabios chinos que sin que las palabras tengan un significado concreto y  adecuado a su realidad no se puede pensar bien, y qué razón tenían, así nos va.



martes, 17 de noviembre de 2020

Necesidad y deseo

 Si algo podríamos estar aprendiendo en estos confinamientos, es a distinguir la necesidad del deseo, no del deseo sexual, sino del deseo de poseer sin talento, aunque más bien sospecho, por el incremento de las ventas por internet, que los que ya habíamos aprendido a distinguir lo necesario de lo que deseamos, por haber pasado ya alguna carencia en otras crisis, estamos perfeccionando este conocimiento, mientras que los que tienen un deseo desbocado, y posibles para mantenerlo, están comprando lo mismo o más. 

De alguna forma entiendo esta forma de actuar, pues de algún modo tiene que sobrellevar la gente el encierro y la ansiedad, pero con estas personas no podemos contar ni hacer nada, simplemente siguen comprando porque pueden hacerlo y porque no pueden evitarlo.

Digo esto porque siempre he pensado que como consumidores, tenemos el poder de cambiar el mercado a través de las decisiones que tomamos a diario con nuestras compras (cuando alguna vez podemos hacerlas) y cambiando el mercado, queridos amigos, se cambia el sistema, porque el sistema es el mercado, es más, se llama así: "sistema de mercado"

Sin embargo veo a mucha gente intentando cambiar el sistema de mercado, no en el mercado, sino en el mundo abstracto de las ideas, y ni siquiera en sus propias cabezas, sino en las cabezas y en los pensamientos de los demás, lo que es muy difícil, porque cada uno tiene sus propios pensamientos. Así andan siempre dando la tabarra a propios y a extraños, y metiéndose en discusiones sin fin, que no hacen mas que tensar el ambiente y nos hacen perder una gran cantidad de energía en chácharas sin resultado alguno.

Estos discutidores se dicen: "cambiemos el pensamiento de la gente y cuando la gente se de cuenta de nuestra verdad actuará, y entonces, por fin, las cosas cambiarán",  y no digo yo que este camino no sea efectivo, pero a lo mejor es efectivo dentro de mucho, mucho tiempo, pero de un mucho, mucho tiempo, que empezó hace ya mucho, mucho tiempo. 

Lo malo es que si mientras unos intentan cambiar el sistema en las cabezas de los demás no actuamos con las nuestras, porque las tenemos ocupadas en el mundo de las ideas, retrasamos el momento de actuar eternamente. Pensamos en los grandes cambios que individualmente no se pueden conseguir, y no actuamos en los pequeños, en ejercer el pequeño y escasísimo poder que ya tenemos. 

Los consumidores somos los dueños del mercado, y podemos cambiarlo en uno u otro sentido, aunque pensándolo mejor, lo mismo es eso exactamente lo que ya como sociedad estamos haciendo, cambiarlo mediante las compras que hacemos, hacia algo todavía peor.

Para ilustrar todo esto, y a pesar de que soy consciente de la matraca que os estoy dando, y de que  yo mismo estoy intentando cambiar la forma de pensar de algunos de vosotros, contaré una historia de camarero de la época de la Guerra de Irak;

 En aquellos tiempos trabajaba yo  en un bar del Tubo zaragozano, y cuando acababan las manifestaciones multitudinarias que se hacían contra esta guerra liderada de Estados Unidos, y contra la patética participación de "Ansar" en todo este tinglado ilegal, llegaban los amigos al bar a tomar algo y algunos me decían cosas como esta: 

- Ha sido una manifestación acojonante Quique, anda, ponme una Coca-cola y dame un paquete de Lucky Strike, a lo que yo contestaba 

- Oye Zutanito, ¿Has pensado que a lo mejor no es eso?

Pero al final, mi amigo, llevado por la euforia de la lucha, la celebraba con Coca-cola mientras se fumaba un Lucky.

Está claro que podemos hacer muy poco, pero si podemos hacer algo, cambiar nuestros hábitos de consumo es de lo poco que podemos hacer, pero claro, mientras digo esto me pregunto: ¿Cambiar el consumo, Quique? pero ¿Para eso no hay que ser capaces de tener un cierto consumo?

En fin, ya veis que me debato y debato yo mismo conmigo mismo dentro de mi cabeza, y en las vuestras, en otra una rueda sin fin. A ver si por fin dejo de escribir y actúo.

Que compremos cosas necesarias, y que efectivamente podamos comprarlas, que se nos cumpla, 

Amén

Un abrazo y salud.


lunes, 16 de noviembre de 2020

Leamos

 No sé si es una sensación mía, pero desde hace años, cada vez que salgo veo menos gente leyendo por la calle, sentada en los bancos, en las paradas de los autobuses, en los autobuses mismos, o en cualquier otro lugar.

Puede que sea porque el ambiente es cada vez más ruidoso y tenemos entretenimiento el el teléfono, un entretenimiento que además nos comunica con otras personas en las redes sociales, o simplemente puede ser que los lectores nos estemos extinguiendo como los gorriones o como las abejas.

Yo os pido, lectores, si es que aún existís, que leáis en público, en los bares, en los parques, en los tranvías, en la cola del pan, para que la gente tenga en su memoria los libros, y a los propios lectores. antes de que todos ellos desaparezcan para siempre.

Para que al menos dentro de cincuenta años un señor le diga a otro "Cuando éramos chicos ¿Verdad que la gente leía por la calle? ¿Qué habrá pasado con todo aquello?" y podamos darle así al  libro un último suspiro de existencia, aunque sea en la nostalgia de la gente, porque la supervivencia de la lectura, del cultivarse uno mismo, de la curiosidad y del aprender con los libros, eso, queridos amigos, para las nuevas generaciones, hace tiempo que está ya está perdido.

domingo, 15 de noviembre de 2020

En la consulta del cirujano

 Acudo con mi anciano padre a la consulta del cirujano, le han quitado un carcinoma de un pie y tiene una herida bastante grande, que ya se está secando y curándose bien. Ya nos dijeron los médicos que se había cogido a tiempo, así que aunque hoy nos van a dar el resultado del análisis del tumor, estamos tranquilos charlando un poco en la sala de espera.

En cierto momento ambos dejamos de hablar y entonces levanto la cabeza para mirar al personal. Veo parejas muy dispares que se acompañan, en algunas no se sabe muy bien quién podría ser el enfermo y quién el acompañante, en otras, como en la mía, en la que uno de los dos es muy mayor y va en silla de ruedas, la cosa está más clara.

Entre todas estas personas llama mi atención una chica joven, lo es tanto como para seguir la moda de no llevar calcetines, aunque ya debe rondar más los treinta años que los veinte. Esta muy morena, muy delgada, y no deja de removerse angustiosamente en su asiento, pienso que está allí para lo mismo que nosotros, que espera sola un resultado que puede cambiar su vida para siempre, y siento entonces una afilada y rápida punzada bajo el pulmón izquierdo.

Cuando esta pasa dirijo mi mirada a la sala y la recorro de nuevo, y aunque sé que nadie es de piedra, me da la sensación de que cada cual está en lo suyo, de que nadie es capaz de ponerse en la piel de los demás, unos porque con su propia piel ya tienen bastante, y otros por desinterés y por pura insensibilidad hacia el prójimo.

No es que yo crea que en esta espera tuviera que haber una catarsis de humanidad, en la que todos contasen sus problemas a los demás, y se abrazaran prometiéndose amistad eterna.

 Sólo pienso que todas esas personas, después de la cita, cuando se vayan a casa, seguirán siendo allí los mismos que en estos asientos, que  irán de un lado a otro a comportarse como aquí lo hacen, con sus hermanos, con sus hijos, con sus parejas, con sus compañeros de trabajo, y que serán con ellos también personas abrumadas, distantes, e insensibles, creo que esa esta falta de ceguera para con el prójimo es la que ha arruinado la convivencia entre nosotros desde el principio de los tiempos, y pienso también que esto no habrá nunca quien sepa cómo arreglarlo, porque simplemente no somos capaces de semejante cosa.

Por fin nos llaman para nuestra cita y pasamos a la consulta. El cirujano nos confirma los buenos resultados, así que empujo de nuevo la silla de ruedas de mi padre, salimos de la consulta y bajamos a la calle para esperar allí la ambulancia que nos dejará en casa, donde volveremos a ser otra vez seres abrumados, distantes e insensibles, como todos los demás seres humanos que han pasado por el mundo, y como todos los que pasarán por él..