martes, 23 de julio de 2024

Desde mi banco 9 "Con lo bien que se está en casa"

Hay días que si no fuera por esta obligación autoimpuesta de salir a tomar el sol y a respirar y ver mundo no saldría de casa, aunque la pesca en anecdotas y refelexiones fuera buena. Se me antoja a mí que ambiente ciudadano, y estamos hablando de una ciudad mediana, tiene una agresividad de fondo que no percibimos y que nos va minando.

De camino a la Plaza San Miguel, que no he elegido por su silencio, sino porque me viene de paso y como lugar de descanso, ya me pasa por la calzada un “mototontorista” de esos que van en una mierdecilla de moto ridícula con el tubo de escape suelto para que haga más ruido todavía, por supuesto una moto buena de verdad no emite ni una décima prate del chirrido que lanza esta, porque además, como lleva un idiota encima, este disfruta jodiendo a los demás en una estúpida simulación autoengañosa de poder, de poder joder, vamos. En estos casos me pregunto yo si la policía local y la guardia civil están sordas, pues sus agentesson los únicos que parecen no oir  a estos imbéciles a kilometros de distancia, y una buena serie de multas y una llamada a los periódicos y radios para que se corriera la voz de que no se va a permitir que más bobalicones de estos de los tubos de escape libre molesten más, solucionaría el problema en dos o tres días. Quizá dejan el problema así para que pensemos que dependemos todavía de ellos para mantener un orden que no mantienen, y así seguirá siendo hasta que a alguien le de por darle una pedrada en el casco a uno de estos tontos del haba.

Tras hacer mi primer recado voy a mi banco, que está dispuesto  con otros en una especie de círculo donde nos sentamos seres ya agotados, puesto que nadie se sentaría en mitad del follón de ese tráfico si no fuera por verdadera necesidad. En el de mi izquierda se sientan un par de hombres de esos que yo denomino “típicos gachós de aquí” señores mayores con gayata y camisetas del Real Zaragoza que se gritan unos a otros, incluso por encima del volumen de los autobuses que pasan junto a ellos, cosas de futbol y de cuñaos. En otro hay un par de señores de mediana edad, como yo, que llevan camisetas de esas que pretenden conseguir que los demás piensen que nuestra decrepitud no es lo que parece, que nosotros mismos no somos lo que parecemos, y que rezan eslóganes como “Reunión motera de Albacete” o “Historia del rock and roll”, en esto de ser historia la verdad es que tienen razón. Reconozco que yo mismo, en un arrebato de inconsciencia, compré alguna parecida pero al verme reflejado tan fielmente en estos otros cincuentones solo las uso en invierno debajo de los jerseys.

Para inalizar, en el otro banco se sientan dos chavalicas jóvenes una con una camiseta de futbol de un jugador famoso y la segunda con otra en la que se luce un logotioo de una marca deportiva, lo que se desprende de estas prendas es que las personas más jóvenes llevan camisetas en las que expresan lo que querrían ser, y si lo de los señores de mediana edad era triste aunque comprensible pues se sienten de aquí, aunque solo de aquí, y aunque no ven la necesidad de salir y de ver otros lugares y a otras gentes, esto al menos les da seguridad, y quiza lo de chavala que admira a ese jugador también, porque aspira a jugar tan bien como el profesional , lo de la otra, la que aspira a convertirse en una marca, es desolador. Y ¿Cómo sabes que la chica quiere convertirse en una marca? me preguntaréis, pues porque en el muslo y en el brazo lleva sendos tatuajes con el mismo rayito de Atenea Niké. 

Llega a mi banco un señor aún más mayor que yo aquejado, según dice, de ciática ¿sabe lo que es la ciática no?, pregunta, a lo que respondo que sí, y que vaya faena es. Como lo veo tan centrado en tener ciática y sospecho que está contento de haber encontrado a una víctima para contarle todos los pormenores, para que no entorpezca mis pensamientos, y sobre todo para no tener que contarle que yo ando peor que él, me despido con un “mucho ánimo con la ciática” y me voy a hacer mi segundo recado, de camino a casa sin haber respirado ni nada.

Esta tarde saldré al patio de casa, con mi gato Epi a aprender de él, que sí sabe mantenerse, soleado, aireado, oxigebnado, soñoliento y sobre todo tranquilo, como debe ser.

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