Estaba yo de nuevo en mi banco junto al río escuchando los pájaros cantar y graznar a ráfagas, pues cerca, el puente de Hierro enviaba andanadas de coches en ambas direcciones, tapando en ocasiones los sonidos de la naturaleza, y entonces al pasar una chica corriendo con sus auriculares puestos me he preguntado ¿para eso vamos a la naturaleza, para no estar en ella? En ese momento, mirando hacia mis pies, me he encontrado con cuatro ojos de dos pequineses, que frenados por unas correas, saltaban y me miraban buscando unas caricias, mientras se las daba ha llegado el hombre que iba prendido al final de las correas y ha pasado de largo, tras saludar levemente con la cabeza, arrastrando tras él a los perros.
He vuelto entonces un rato a mis pájaros, a mi respiración y a mi sol y a mis nubes, hasta que un ruido mecánico me ha puesto en guardia y he procedido a recoger mis cosas y a intentar escapar de los aspersores que amenazaban con mojarlo todo. En un primer momento he conseguido sortearlos y ya desde arriba, desde la calle, he visto el papel donde estaba yo anotando todas estás impresiones que ahora lees, y que se me había caído en la huída, así que con los aspersores ya a pleno rendimiento,he vuelto sobre mis pasos y aunque la ida la he completado seco, pudiendo recoger el papel casi en perfecto estado, a la vuelta una ráfaga de agua me ha dado en toda la cabeza. Me he refugiado al borde del camino y allí el señor de los caniches, que volvía, en un tono afirmativo, tan poco emotivo como su anterior saludo me ha dicho "qué, ya te has mojado" y sin añadir nada más ha seguido adelante, también él intentando sortear el agua sin conseguirlo.
Ya de nuevo otra vez en la calle, me he dicho, ¿Y el tipo este por qué no me ha avisado antes de que los aspersores iban a empezar a anegarlo todo? y por otra parte ¿Cómo es posible que se hayan instalado allí en la ribera del Ebro, a pocos metros del río más caudaloso de todo el país, un sistema de riego por aspersión? y mientras me secaba las gafas me he contestado: para que se mojen a diario todos los bancos de este parque y sea más difícil que alguien pueda descansar, y sobre todo dormir en ellos, y para que nos quede claro a todos, y a mí el primero, que se ninguna manera allí, junto al río estamos ya tampoco en la naturaleza.
Y eso es todo amigos, tened cuidado con los aspersores, desconfiad de los señores que llevan pequineses, y sobre todo por pensad bien en dónde estáis pues la mayoría de las veces los humanos conseguimos que nada sea lo que parece ser.
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