miércoles, 31 de julio de 2024

Divagaciones recreativas

 1287- El conocimiento humano no se hereda de generción en generación y cada persona tiene que aprender todo cuando nace, esto no le ocurre, ni le ocurrirá, a la inteligencia artificial.

1288- Dicen los psicólogos que la cebras, cuando el león no está hambriento, puede relajarse con sus congéneres, por eso no tiene estrés, y que deberíamos aprender esto de ellas, pero olvidan decirnos que los humanos tenemos a los demás humanos como depredadores, y que por eso, en esta sociedad de la competitividad, no podemos relajarnos nunca.

1289- - El verdadero don de la palabra tiene adscrito el don de la escucha.

1290-Vivimos en la vigilia, en el sueño y en la ensoñación, así en cada momento, tenemos encima varias capas de relidad.

martes, 30 de julio de 2024

Dicagaciones recreativas 1272-1286

 1274- La propia palabra “consumo” nos está indicando la finitud y la propia insostenibilidad del mismo “sietema de consumo” , que se consume, que tiene fin.

1275- Ante la impotencia de la certeza se presenta y obra siempre, y afortunadamente, la ficción. 

1276- Para la enfermedad que genera la enfermedad haría falta otra palabra más adecuada y más concreta que “secuelas”.

1277- Cada cosa, cada acto contiene su contrario, así que activando algo se provoca también una reacción contraria a la acción emprendida, por eso deberíamos planificar más nuestros más nimios movimientos.

1278- Prueba para saber si es usted un plasta:

En cualquier reunión grabe discretamente la conversación con su teléfono móvil. Si después al oírla solo se oye su voz, no lo dude, es usted un plasta que está jodiendo siempre a todo el que le rodea, así que, deje hablar a los demás y deje así, en un solo instante y para siempre de ser un palizas, todos, incluso usted, saldrán beneficiados (yo mismo voy a aplicarme el cuento).

1279- Veo a diario gente que pretende “conseguir” y que solo consigue pagar.

1280- El pasado se manifiesta a veces con imágenes, ansiedad y depresión  en el sistema nervioso central, y con dolores en el sistema nervioso periférico. Huelga decir que ambos sistemas, el central y el periférico son la misma única cosa.

1281- Cualquier distancia interior, con uno mismo o con otro, es enorme.

1282- La libertad y la igualdad dependen en gran medida de factores externos, la fraternidad, desde la que la libertad y la igualdad podrían construirse, solo depende de la amabilidad.

1283- Los modelos son prejuicios.

1284- No es el “qué” ni el “cómo” sino el “con quién”.

1285- No nos enseñaron, a amar, a pensar, ni a nada de lo importante, ni tampoco nos dieron la más mínima orientación.

1286- Hay una belleza de la vista, pero también, y esto no se especifica nunca, una del gusto, del olfato, del oído y del tacto. También hay belleza interior, en las creaciones e imágenes mentales, pero esa ya es otra historia.


viernes, 26 de julio de 2024

El inicio de la leyenda de Doña Justa

 La señora Justa era conocida en el barrio por haber agredido justamente a un vigilante de seguridad de una conocida cadena de supermercados.

Estaba ella pesando unos polvorones en la báscula y el pobre segurata se le acercó y le dijo que soltara la bolsa porque estaba claro que estaba haciendo trampas con el pesaje.

El hostión el guarda no lo vio venir porque nadie está preparado para algo así, una señora mayor que le sacudía con la mano abierta un tremendo bofetón, para después decirle señalándole con el dedo “Ladrona le llamas tú a tu madre, imbécil” para después, con toda tranquilidad adherir la pegatina que salía de la báscula a la bolsa de los polvorones y dirigirse a la caja sin la menor inquietud por lo sucedido.

El pobre vigilante tuvo que pedir el traslado a otro establecimiento, y así, con este gesto de humildad lográ conservar el empleo.

Doña Justa inició con este único golpe su leyenda en el barrio, y puede decirse que la fue llevando con ella allí por donde fue pasando durante el resto de su existencia.


martes, 23 de julio de 2024

Desde mi banco 9 "Con lo bien que se está en casa"

Hay días que si no fuera por esta obligación autoimpuesta de salir a tomar el sol y a respirar y ver mundo no saldría de casa, aunque la pesca en anecdotas y refelexiones fuera buena. Se me antoja a mí que ambiente ciudadano, y estamos hablando de una ciudad mediana, tiene una agresividad de fondo que no percibimos y que nos va minando.

De camino a la Plaza San Miguel, que no he elegido por su silencio, sino porque me viene de paso y como lugar de descanso, ya me pasa por la calzada un “mototontorista” de esos que van en una mierdecilla de moto ridícula con el tubo de escape suelto para que haga más ruido todavía, por supuesto una moto buena de verdad no emite ni una décima prate del chirrido que lanza esta, porque además, como lleva un idiota encima, este disfruta jodiendo a los demás en una estúpida simulación autoengañosa de poder, de poder joder, vamos. En estos casos me pregunto yo si la policía local y la guardia civil están sordas, pues sus agentesson los únicos que parecen no oir  a estos imbéciles a kilometros de distancia, y una buena serie de multas y una llamada a los periódicos y radios para que se corriera la voz de que no se va a permitir que más bobalicones de estos de los tubos de escape libre molesten más, solucionaría el problema en dos o tres días. Quizá dejan el problema así para que pensemos que dependemos todavía de ellos para mantener un orden que no mantienen, y así seguirá siendo hasta que a alguien le de por darle una pedrada en el casco a uno de estos tontos del haba.

Tras hacer mi primer recado voy a mi banco, que está dispuesto  con otros en una especie de círculo donde nos sentamos seres ya agotados, puesto que nadie se sentaría en mitad del follón de ese tráfico si no fuera por verdadera necesidad. En el de mi izquierda se sientan un par de hombres de esos que yo denomino “típicos gachós de aquí” señores mayores con gayata y camisetas del Real Zaragoza que se gritan unos a otros, incluso por encima del volumen de los autobuses que pasan junto a ellos, cosas de futbol y de cuñaos. En otro hay un par de señores de mediana edad, como yo, que llevan camisetas de esas que pretenden conseguir que los demás piensen que nuestra decrepitud no es lo que parece, que nosotros mismos no somos lo que parecemos, y que rezan eslóganes como “Reunión motera de Albacete” o “Historia del rock and roll”, en esto de ser historia la verdad es que tienen razón. Reconozco que yo mismo, en un arrebato de inconsciencia, compré alguna parecida pero al verme reflejado tan fielmente en estos otros cincuentones solo las uso en invierno debajo de los jerseys.

Para inalizar, en el otro banco se sientan dos chavalicas jóvenes una con una camiseta de futbol de un jugador famoso y la segunda con otra en la que se luce un logotioo de una marca deportiva, lo que se desprende de estas prendas es que las personas más jóvenes llevan camisetas en las que expresan lo que querrían ser, y si lo de los señores de mediana edad era triste aunque comprensible pues se sienten de aquí, aunque solo de aquí, y aunque no ven la necesidad de salir y de ver otros lugares y a otras gentes, esto al menos les da seguridad, y quiza lo de chavala que admira a ese jugador también, porque aspira a jugar tan bien como el profesional , lo de la otra, la que aspira a convertirse en una marca, es desolador. Y ¿Cómo sabes que la chica quiere convertirse en una marca? me preguntaréis, pues porque en el muslo y en el brazo lleva sendos tatuajes con el mismo rayito de Atenea Niké. 

Llega a mi banco un señor aún más mayor que yo aquejado, según dice, de ciática ¿sabe lo que es la ciática no?, pregunta, a lo que respondo que sí, y que vaya faena es. Como lo veo tan centrado en tener ciática y sospecho que está contento de haber encontrado a una víctima para contarle todos los pormenores, para que no entorpezca mis pensamientos, y sobre todo para no tener que contarle que yo ando peor que él, me despido con un “mucho ánimo con la ciática” y me voy a hacer mi segundo recado, de camino a casa sin haber respirado ni nada.

Esta tarde saldré al patio de casa, con mi gato Epi a aprender de él, que sí sabe mantenerse, soleado, aireado, oxigebnado, soñoliento y sobre todo tranquilo, como debe ser.

lunes, 22 de julio de 2024

La confesión nocturna

Recuerdo que cuando acabé de decirle aquello, en la cama, con la luz ya apagada, justo antes de dormirnos, supe que la próxima vez que ella abriera los ojos ya no me querría. Así, a la mañana siguiente cuando me llevaba a mi casa, en mitad de un silencio atroz, sacó su coche de la carretera.

Supongo que de esta forma quiso asegurarse de que no quedaban cuentas pendientes entre nosotros.

No recuerdo nada más pero el choque debió ser grave, porque me descubro varias veces al día en mi silla de ruedas reviviendo una y otra vez en un bucle infinito estas imágenes, las unicas que mi cerebro ha conseguido guardar en la memoria. 

Querría saber qué fue aquello que le dije allí, en la cama, antes de dormirnos, aunque sospecho que es posible que esta infoemación  ya haya llegado a mis oídos y que sea yo el que no logro retener nuevas ideas. Si lograse saber esto e incorporarlo a estos mis pocos recuerdos quizá, solo quiza, algún día, podría con suerte recuperarme.

domingo, 21 de julio de 2024

El anillo

Tras doce años de ruptura su anillo seguía donde ella lo dejó antes de marcharse, en la repisa de la entrada, junto a las otras llaves.

Él no había podido moverlo de allí, pesaba demasiado, contenía sus doce años de convivencia y los doce posteriores, los que había pasado recordando, tenía demasiada masa aquel anillo, pensaba él cada vez que lo veía. 

Cuando salía de casa en el ascensor imaginaba que cuando volviese, el anillo, gracias a su gran densidad habría atravesado la estantería y después el piso y el piso de abajo y así habría llegado al portal para después atravesar las tres plantas de garage hasta, emprendiendo así un largo viaje llegar al centro de la Tierra, donde podría al fin fundirse y desaparecer, pero al abrirse la puerta del ascensor nunca veía agujero alguno ni en el techo ni en el suelo de la entrda del edificio, y tampoco cuando volvía a casa veía ningún desperfecto, así que sabía que el anillo seguiría allí en la repisa, adquiriendo peso, masa, densidad, de la misma forma que lo hace durnte toda la vida nuestra memoria.


martes, 16 de julio de 2024

Desde mi banco 7 "La plaza tranquila"

Esta mañana, yendo hacia un banco que tenía ya elegido en mi pobe cabecica, me he topado con una plaza que estaba muy tranquila. Después del exceso de estímulos al que me enfrenté en mi anterior sentada, he decidido quedarme allí, me he acomodado en un banco con algo de sombra entonces, y ya sin mis gafas y sin mis cascos, he procedido a tomar el aire, la luz del día y a respirar.

Había en este lugar grandes árboles en todos los flancos, que daban más o menos sombra a cada uno de los asientos, y el viento tenía entrada en eeste espacio por cuatro calles, que desde sus cuatro esquinas  provenían de direcciones diferentes, así que aquella brisa prácticamente ininterrumpida combinada con la sombra, dada un gran alivio al calor de la mañana de verano, además si elevabas la vista, al ser los edificios antiguos y bajos podías ver el cielo con todas sus nubes. 

Apenas llegaba ruido de las calles aledañas siempre llenas, solo unos pocos ruidos se colaba en mis oídos y lo hacían amablemente, sin agresividad, ni maldad, ni ira, como sí ocurre tantas veces con los golpes, crujidos, estridencias y en definitiva por todo el estruendo provocados por el tráfico, que viene cargado de violencia. Sin embargo estos sonidos parecían servir al silencio, al que todo volvía cuando cesaba el cerrrar de una ventana, el paso de una señora con un carrito de la compra o el ladrido lejano de un perro, pues sabía yo que después de cada uno de ellos la tranquilidad llegaría de nuevo irremediablemente, pues así de pacífica era la plaza, 

Mientras disfrutaba de semejante sosiego me he puesto a pensar en cómo este podía ser posible ¿Cómo podía ser que allí no hubiera conmigo nadie, excepto una chica que hablaba por teléfono en voz baja unas decenas de metros a mi derecha? pues precisamente por eso, porque no había nadie, porque aunque a la gente se le llena la boca hablando de lo que le gustan el silencio, la tranquilidad y la paz, y aunque cuando dice estas cosas cree estar diciendo la verdad, esto no es así en absoluto, a las personas les gusta estar donde hay follón para acabar de destrozar junto a otros la paz y el silencio que puedan quedar en cualquier parte. 

Lo terrible de esto es que puede hacrse extensivo a cualquier tipo de silencio, real, metafórico, y a cualquier tipo de paz.  

Al cabo de un rato, y tras este negro aunque creo que verdadero pensamiento  he recogido mis cosas y protegido por  mis auriculares y por la música del gran Johan Sebastian, me he marchado yo también al bullicio del mercado, a comprar cosas que faltaban en casa, con la intención de volver más días, si mi naturaleza, que por supuesto es también humana me lo pide y me lo permite.


jueves, 11 de julio de 2024

Desde mi banco 3 "En la naturaleza"

Estaba yo de nuevo en mi banco junto al río escuchando los pájaros cantar y graznar a ráfagas, pues cerca, el puente de Hierro enviaba andanadas de coches en ambas direcciones, tapando en ocasiones los sonidos de la naturaleza,  y entonces al pasar una chica corriendo con sus auriculares puestos me he preguntado ¿para eso vamos a la naturaleza, para no estar en ella? En ese momento, mirando hacia mis pies, me he encontrado con cuatro ojos de dos pequineses, que frenados por unas correas, saltaban y me miraban buscando unas caricias, mientras se las daba ha llegado el hombre que iba prendido al final de las correas y ha pasado de largo, tras saludar levemente con la cabeza, arrastrando tras él a los perros.

He vuelto entonces un rato a mis pájaros, a mi respiración y a mi sol y a mis nubes, hasta que un ruido mecánico me ha puesto en guardia y he procedido a recoger mis cosas y a intentar escapar de los aspersores que amenazaban con mojarlo todo. En un primer momento he conseguido sortearlos y ya desde arriba, desde la calle, he visto el papel donde estaba yo anotando todas estás impresiones que ahora lees, y que se me había caído en la huída, así que con los aspersores ya a pleno rendimiento,he vuelto sobre mis pasos y aunque la ida la he completado seco, pudiendo recoger el papel casi en perfecto estado, a la vuelta una ráfaga de agua me ha dado en toda la cabeza.  Me he refugiado al borde del camino y allí el señor de los caniches, que volvía, en un tono afirmativo, tan poco emotivo como su anterior saludo me ha dicho "qué, ya te has mojado" y sin añadir nada más ha seguido adelante, también él intentando sortear el agua sin conseguirlo.

Ya de nuevo otra vez en la calle, me he dicho, ¿Y el tipo este por qué no me ha avisado antes de que los aspersores iban a empezar a anegarlo todo? y por otra parte ¿Cómo es posible que se hayan instalado allí en la ribera del Ebro, a pocos metros del río más caudaloso de todo el país, un sistema de riego por aspersión? y mientras me secaba las gafas me he contestado: para que se mojen a diario todos los bancos de este parque y sea más difícil que alguien pueda descansar, y sobre todo dormir en ellos, y para que nos quede claro a todos, y a mí el primero, que se ninguna manera allí, junto al río estamos ya tampoco en la naturaleza.

Y eso es todo amigos, tened cuidado con los aspersores, desconfiad de los señores que llevan pequineses, y sobre todo por pensad bien en dónde estáis pues la mayoría de las veces los humanos conseguimos que nada sea lo que parece ser.

lunes, 8 de julio de 2024

Divagaciones recreativas sin número número uno

- El rumor del viento impide que oigas el descender del río.

- Las estancias abandonadas están siempre llenas de cosas, es como si sus antiguos habitantes hubieran cambiado su tiempo de vida por los trastos que tras sus marchas allí permanecen.

- Tus raíces están en tu memoria.

- Lo que pierdes es solo lo que olvidas.

- No se puede llegar a ser, solo se puede llegar a tener, uno es siempre lo que viene y sigue siendo.

- Cómo envidio a los ancianos con chaquetas de ancianos.


- Me he vuelto irremediablemente más antiguo.

- Todos somos relojes de cuerda, si no damoscuerda a los demás y estos no nos la dan a nosotros todos nos acabamos parando.

-Más vale prevenir que currar.

-Decía Hermann Hesse que lo más importante que tenía que hacer occidente era aprender a meditar, pero priero, creo yo, tendría que aprender a dejar de correr.

- Hay quien pasa por el mundo sin haberlo visto, pero más triste es todavía quien pasa por él sin  haberlo pensado.

- La mitad de la vida consiste en dejar que los demás hablen y la otra mitad consiste en escucharles.

- ¿Cómo es eso de "El pecado original"? en todo caso seráel amor original o el placer original, qué forma tan penosa tienen de orromperlo todo algunos cenizos.