jueves, 28 de diciembre de 2017

Buenas personas

A menudo me cruzo con personas que por su educación o por su ideología piensan de forma diferente a mi sobre tal o cual cosa, están en su derecho, es la diversidad, y además eso, en realidad no es lo importante.

Lo importante no es pensar de otra forma, lo lesivo es ser inflexible y mantener los problemas en el plano del pensamiento, de lo abstracto, de la razón, porque el pensamiento no es algo verdadero. y esto les impide ver la realidad de fuera de sus cabezas: a las personas que están delante y que son de carne y hueso.

A menudo les disculpo "son buenas personas", me digo a mi mismo, aunque a veces pienso que para ser de verdad buena persona, no sólo en el plano del pensamiento, sino en la realidad, que es donde corresponde serlo, hay que ser capaz de pensar por uno mismo en el otro, y por tanto de actuar por uno mismo, correctamente, hacia el otro

Ilustraré todo esto con una anécdota infantil:

Un día mi padre fue a buscar el chocolate y no lo encontró porque yo me lo había acabado, "Pero hombre, hay que dejar siempre algo para los demás" me dijo, "No me he dado cuenta" contesté, a lo que él replicó "Pues hay que darse cuenta".

Sobre todo hay que darse cuenta de una sola cosa: Uno no está solo en el mundo,  hay más gente en él.

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