lunes, 24 de diciembre de 2018

Historias de camareros 42 " la tarta San Marcos"

- A ver señora, le canto los postres: tenemos tarta de limón, mandarinas, tarta de tres chocolates, carpaccio de piña con aguacate, crema de yogur y tarta San Marcos
- Yo un flan
- Lo siento señora, no hay flan
- Pues flan con nata
- No, no, señora, no tenemos flan, ni con nata ni sin nata, nada de flan
- Pues ¿Qué tienen?
- Espere que se lo vuelvo a decir : tarta de limón, mandarinas, tarta de tres chocolates, carpaccio de piña con aguacate, crema de yogur y tarta San Marcos
- Oiga
- ¿Sí?
- ¿Y la tarta San Marcos porqué no se llama San Miguel?
- No lo sé señora pero le prometo que en cuanto llegue a casa lo miraré en internet ¿ha decidido ya?
- Sí, un flan con nueces
No puedo soportarlo más y ya casi con lágrimas en los ojos de desesperación, mientras me pregunto porqué demonios no tendremos flan, y haciéndome el tonto, me marcho y le traigo a la señora una tarta San Marcos que se come encantada.
Más tarde, en casa, reconcomido por la curiosidad y por la culpa, por haber engañado a una pobre anciana, busco el origen de la tarta San Marcos en internet. Por lo visto la reina Sancha de Castilla allá en el siglo XII quiso fundar un monasterio que diera cobijo a los peregrinos, este fue el Convento de San Marcos, y la tarta se llama así porque los monjes de este monasterio inventaron este postre.
Después de cumplir mi promesa con la ancianita me dirijo a la nevera y allí de pié, con la puerta todavía abierta, me como a cucharadas grandes un gran flan.

Historias de camareros 44 "El chocolate"

Entra en el bar a las cuatro de la tarde un señor muy mayor y me dice:
- ¿Me pone un chocolate con churros?
- Por supuesto ¿Cuántos churros le pongo?
- Los que haya ahí
- Muy bien, pero hay casi una docena
- Ya veo ya, es que me chiflan
- Pues si le chiflan y hay muchos mejor, ¿Quiere azúcar en los churros?
- No gracias, querría, querría, pero soy diabético
- Pues ya sabrá que el chocolate con churros es una bomba
- Bah, pero si los tomas sin azúcar no es para tanto
- Bueno, bueno, si usted se queda más tranquilo se los pongo sin azúcar.
Al rato el abuelo acabó con su sobredosis de azúcar y me dijo:
- ¡Madre mía qué bien he comido! qué bueno estaba el chocolate, y me pidió "un carajillo de baileys para compensar".
En fin, el que no vive al límite y no disfruta de la vida es porque no quiere.
Un abrazo y salud.

viernes, 14 de diciembre de 2018

Historias de camareros 40 "Si no sabe, por favor, pregunte antes"

Hace unos días se presentaron a comer dos parejas y pidieron platos del menú. Una de las chicas pidió una fideuá. la conversación que tuve con ella fue como sigue:
- Camarero, camarero
- Dígame
- Es que este plato está seco, no tiene caldo ni nada
- Es que este plato es así señora, es como una paella pero de fideos, de todas formas, si no le gusta, puedo cambiárselo por cualquier otro plato del menú
- Sí por favor
Así que le dí la hoja del menú y cuando le retiraba el plato para ir a la cocina, para pedir a cambio una lasaña, me di cuenta de que esta chica había pensado que la fideuá era una sopa de fideos. Mi impresión quedó confirmada cuando al llevarle su segundo, que era rabo de toro, dijo al verlo:
- Uy, yo pensaba que iba a tener forma de rabo
No quise saber nada del rabo en el que ella estuviera pensando, y para salir del brete le dije:
-Es que el rabo de toro es un guiso señora. y me marché pensando en si se imaginaría ella que le íbamos a servir un trozo de rabo de toro con su pelo y todo.
En fin queridos amiguitos, nadie nace aprendido, así que si no sabéis algo no debe daros vergüenza preguntarlo y evitar marear al camarero y a la cocina y sobre todo evitar tirar la comida, que es algo que nuestras santas madres siempre nos dijeron que nunca se debe hacer.
Buenas tardes y salud.

martes, 11 de diciembre de 2018

Historias de camareros 39 "forzando la situación"

Hace unas noches, tras varias horas de servicio, ya sólo quedaba una mesa de doce personas en el comedor. Habían llegado tarde porque venían del trabajo, era una cena de empresa de gente bastante joven, muy simpáticos. De hecho una de las chicas había sido camarera hacía años en nuestro bar.
Se habían ido animando con el vino blanco y estaban montando la jarana propia, aunque no necesaria, de algunas cenas de empresa. 
El caso es que habían acabado de cenar ya hace bastante rato y yo ya había ido varias veces a intentar tomárles los cafés, sin éxito. Estaban a lo suyo, así que comencé a avanzar en lo que se podía, llevé el barril de cerveza de repuesto a la barra, plegué los cartones para dejarlos preparados para cuando los sacáramos a la basura, fui repasando los cubiertos que ya estaban fregados, y un montón de cosas más. Para hacer alguna de estas tareas tenía que pasar por delante de su mesa y de repente vi que uno de los comensales estaba sacando una foto al grupo, vi mi oportunidad y le dije:
-¿Quiere que haga yo la foto?
- Sí , por favor , qué bien, así salgo también yo
Así que el señor me dio su teléfono se sentó y se prepararon todos para la instatánea.
A ver, a ver, dije yo, los de la derecha un poco más juntos, por favor que si no no salen, y ahora, continué mientras sacaba la libreta del bolsillo y la apoyaba sobre el teléfono ¿Qué cafés van a tomar?
La carcajada fue unánime pero me dijeron los cafés, ya lo creo que me los dijeron, más les valía si querían salir sin filtros extraños.
Tras tomar nota les hice unas cuantas fotos, me dijeron que les sacara guapos y les contesté que haría lo que pudiese, pero advirtiéndoles también de que aquello era fotografía, no magia.
Me parece que voy a utilizar este truco en más ocasiones y lo recomiendo a todos los compañeros de profesión, es más, pienso mejorarlo en el futuro forzando la situación, diciendo por ejemplo "Oigan, oigan, pero qué buena pinta tienen ustedes ¿No querrán que les haga una foto?" Una vez que me den el teléfono y estén diciendo "patata,patata, patata" ya serán de nuevo míos.
Bueno, hay que reconocer que este oficio y yo mismo tenemos nuestros momentos, y luego dicen que ser creativo no sirve para nada. 
En fin, seguiremos informando. Salud.

sábado, 8 de diciembre de 2018

La era del desconocimiento

¿Para qué vamos a seguir acumulando, con gran esfuerzo, un saber que en ningún lugar se requiere, ni se valora, que nos aísla como seres humanos, y que además no podemos compartir con nadie, ni transmitir a nadie más, puesto que a nadie le interesa el saber por placer ni en sí mismo?

Cada vez por menos razones, por eso hace tiempo ya que vivimos en la era del desconocimiento.

jueves, 6 de diciembre de 2018

Historias de camareros 19 "El camarero cuántico"

Hoy tenemos a comer un grupo de 40  personas mayores, a las que traen, después de llevarlos de aquí para allá toda la mañana por la ciudad, así que los pobres tienen más hambre que Dios talento.
Los hemos puesto en una mesa grande y cuando comienzo a servirles los primeros, de cuatro en cuatro, se desata la gincana. Antes de que algunos de los platos toquen siquiera la mesa noto un golpe agudo y seco dentro ellos, no puedo creer que sea la cuchara chocando con el fondo del plato, todos van empezando a comer según les sirvo ¡ madre mía, pienso, ya ha empezado, ya ha empezado!
- Más pan, dice una señora mientras pienso ¿Es posible que se hayan comido todo el pan de la la panera antes de empezar Dios mío? Así que voy a por el pan, lo llevo a la mesa,  voy a por otros cuatro platos, y cuando llego oigo:
- Más sal.
- Ahora mismo, y entretanto por el rabillo del ojo veo como dos ancianos se disputan uno de los saleros que hemos dispuesto en la mesa.
Voy a por la sal, la llevo y vuelvo a la cocina a por otros cuatro platos, cuando los llevo una señora me dice:
- Yo no tomo caldereta de primero, a mi me tiene que traer una ensalada, ya lo saben en la cocina.
-Muy bien señora, ahora la sacamos, le digo, y en eso estoy cuando oigo ¡Por aquí vino blanco!
- Ahora va el vino blanco, balbuceo, mientras pienso que sólo he conseguido llevar a la mesa doce platos de los cuarenta. Llevo la ensalada,  el vino blanco y observo que en la cabecera del fondo de la mesa un señor grande con una chaqueta verde de anciano, me mira con una mezcla de desesperación y ansiedad y con una expresión de hambruna de naufrago cuyos ojillos gritan en silencio ¡Aquí, aquí, socorro, auxilio !
Así que cambio de táctica y cada vez que voy a la mesa y alguien me pide algo le digo:
- En cuanto terminemos de sacar los platos de todos le traigo el aceite, o más pan ( o lo que sea que pidan) que si no ese señor del fondo se va a enfadar conmigo, que lo tenemos allí desabastecido al pobre. Todos parecen entenderlo cuando se dan cuenta de que hay más gente en el mundo e incluso en la mesa.
Por suerte en ese momento recibo la ayuda de Rosa, que estaba en el otro comedor, y ha podido escaparse un momento para echarme una mano. Por fin vamos acabando de servir los primeros, esta vez a buen ritmo, cuando una señora le dice a Rosa:
- Una cuchara, una cuchara, una cuchara, una cuchara, una cuchara, una cuchara una cuchara, una cuchara.. Al principio pienso que es una de esas absurdas señales de llamada de un móvil que alguien no oye y que tanta rabia dan, luego la voz se hace tan insistente y crece tanto en volumen, que creo que estoy enloqueciendo y me voy al almacén intentando escapar de los primeros síntomas de alguna grave enfermedad mental, pero al llegar al almacén, me doy cuenta de que la voz se oye a menor volumen, con lo que descarto que esté en mi cabeza. Aliviado por esta constatación, salgo de mi escondite y veo a  Rosa  que corre a por la cuchara y que la trae corriendo. La señora no se calla hasta que tiene la cuchara dentro de la dentadura postiza.
Una vez que todos están comiendo se apodera de la sala un silencio absoluto, una paz indescriptible. Todo comienza a ir de maravilla hasta el final del almuerzo.
Los señores se marchan muy contentos y el señor de la chaqueta de anciano se dirige a mi para despedirse
- Muchas gracias, estaba todo muy bueno
- Me alegro mucho señor
- Aunque al principio ha andado usted un poco azacanado
- Es verdad, le digo y le lanzo mi discurso sobre Cristo, que en tantas ocasiones me sirve para explicarme, diciendo:  pero fíjese señor si hizo milagros Nuestro Señor Jesucristo, caminó sobre las aguas, multiplicó los peces y los panes, convirtió el agua en vino, resucitó a Lázaro, e incluso resucitó Él mismo, pero eso de estar en dos sitios a la vez eso, no lo hizo, hubiera podido si hubiera querido porque al fin y al cabo era Dios, pero no lo consideró importante este milagro. Entonces si Jesucristo no lo hizo figúrese yo que sólo soy un camarero.
-  Hombre, me contesta, pero usted estaba aquí.
- Sí, pero estar aquí y al final de la mesa a la vez es estar en dos sitios a la vez, aunque estén cerca, eso no me lo puede negar.
- Pues tiene usted razón, dice riéndose.
 Y poco a poco se van marchando con el espíritu y el estómago contentos.
Yo voy recogiendo y constato, de nuevo, que para gran desilusión de jefes y de clientes el camarero cuántico no existe.


miércoles, 5 de diciembre de 2018

En mis sueños para siempre

En mis sueños voy de la mano de una mujer alegre y desconocida que me lleva a mis viejos lugares preferidos. A los parques, a los cafés antiguos, y a los museos.

En el piso superior de uno de estos museos están las estancias donde ella habita. Están llenas de una luz rosácea y de un aire limpio y fresco que alivia la fatiga de mis bronquios..

Una vez en el dormitorio me enseña las cicatrices que tiene en la cara del interior de ambos muslos, yo le enseño las que tengo en mi interior de mi cerebro , también las de los pulmones, y es entonce cuando nos hacemos compañeros para siempre