martes, 26 de abril de 2016

La Fuga




    Un día en la casa de mi abuela, en medio del campo, estaba solo, recuerdo que no había más niños.

   Me enfadé con los mayores, no tendría yo más de diez años.

   Me enfadé por lo que suelen enfadarse a veces todos los niños, Estaba aburrido en medio de la nada y nadie me hacía el menor caso.

   ¡Me voy a Zaragoza! dije llorando y emprendí el viaje desde una casa cuyo pueblo más cercano estaba a dos kilómetros, bajo el sol abrasador del verano.

    Pasé un buen rato caminando dándole vueltas a mi enfado y antes de llegar al segundo desvío llegó mi abuela Isabel conduciendo su citroen cx verde.

     Paró a mi lado, abrió la puerta del acompañante y me dijo ¡Venga sube, que te van a comer los mosquitos!

      Después de aquello no hubo riña, ni castigo ni ninguna muestra de comprensión o de cariño, solamente la vuelta a la sumisión a la soledad y al hastío.

 

lunes, 25 de abril de 2016

Maltrato

   Cuando has sido maltratado sientes que el amor nunca es suficiente, nunca llega a compensar lo ocurrido.

   Es como si te hubieran dado de pequeño una dosis de crack de o de L.S.D. con su mal viaje incluido, una droga con todo su placer y con toda su violencia añadidas, imposible de digerir y de aceptar y ahora te dieran amor, una tarta dulce, dulcísima, pero que no puede competir con la herida, con ese sentimiento tan angustiósamente duro, complejo y desgarrador que se aferra a tu cerebro y a tu pecho y no te deja sentir lo bueno de la vida. al menos igual que a los demás.

  Eso es lo peor que le hace un maltratador  a sus víctimas y digo víctimas en plural  porque un maltratador lo es siempre y siempre aprovecha su oportunidad de herir  en la medida que cada entorno se lo permita  y nunca cambia, pues esa es su miserable naturaleza.

sábado, 23 de abril de 2016

Cuando Dios aprieta.



   A veces, cuando Dios, si es que existe, aprieta fuerte, como sólo Él sabe hacerlo, sólo la idea de que todo puede acabar en cualquier momento, incluso por la propia mano o sobre todo por la propia mano, es lo único que pude calmar el sufrimiento psíquico y puede servir para aguantar, aquí arriba un poco más.


   Todo el mundo entiende que antes que sufrir un suplicio físico interminable , una tortura o una enfermedad incurable, haya gente que opte por el suicidio.

  "Esa enfermedad era una invitación al suicidio" se dice cuando todo acaba.

  Con la enfermedad psíquica empieza a pasar lo mismo.

   Por eso, para protegerme de la propia muerte, llevo, desde hace años, preparada en mi estuche de las medicinas, la dosis adecuada, aunque sea para no tomarla.

  Ya lo dijo Séneca " ¿Porqué sufres? la solución a tus problemas está en cualquiera de tus venas"  Y cuando se enteró de que Nerón le había condenado a muerte se metió en la bañera.

viernes, 22 de abril de 2016

Copas

  No se puede saber lo que hay en las copas de los árboles. Habría que subir por ellos para saberlo y una vez allí, lo que allí hubiera, habría huido.


  Por eso, de  los árboles, sólo nos fijamos en sus hojas y en sus sombras y los miramos desde lejos, hacia abajo, nunca hacia arriba, el cuelo podría resentirse.


   Los antiguos creían que la vida surgía de los árboles, me figuro que asombrados por sus espectaculares cambios de hojas y por sus ciclos vitales casi eternos.

   Por eso la palabra "Madre" y "Madera" tienen la misma raíz etimológica.

   Las etimologías dicen mucho más de lo que nos parece.

   Miramos de igual forma que miramos a los árboles, a las personas, desde lejos, hacia abajo y nunca hacia arriba, el cuello podría lastimarse.

Las noches pasadas.





   Llegaba de noche a casa, entorno a la una de la mañana como mínimo.

  Ella ya estaba durmiendo, nunca me esperaba despierta, ni siquiera una vez, ni de recién casados. Se levantaba pronto y para los dos era un alivio no vernos despiertos.

  Me encerraba en el salón para no despertarla, encendía la televisión pero en aquella época a esas horas sólo se podía ver la teletienda y como mucho el canal "Euronews" . En eso consistía mi descanso.

  Retrasaba todo lo que podía el acto de irme a la cama a dormir con ella, aguantaba hasta que el cansancio vencía al miedo, al miedo atroz que tenía de matarla estando dormido.

  Tal era la ira y la angustia que me generaban sus humillaciones y sus malos tratos.

   Reunía todo mi valor y me colaba en la cama sin llegar a tocarla nunca por miedo a despertarla y que me echara algo en cara, como que había dejado  "Huellas" de mis dedos en los vasos o de mis zapatillas de andar por casa en el suelo.

   Nadie puede ir volando por la casa y beber de un vaso sin tocarlo, yo particularmente nunca supe exáctamente a qué se refería con lo de "Huellas" ni jamás vi ninguna. Así que sin saber que era lo que tanto le molestaba no podía ni mejorar ni defenderme.

    Me dormía rezando "Aves Marías" . Hace mucho que ya no creía pero en aquellos momentos tan angustiosos la simple repetición mental hacía que me relajara y que las ideas absurdas que me atormentaban me dejaran descansar. Aquellas oraciones eran mis mantras.

   En aquellos seis meses que viví en aquella casa sólo comí y cené cereales con leche por no "manchar la cocina". Jamás cociné nada en mi propia cocina para evitar discusiones que se trasladaban a otros lugares cada vez más peregrinos imaginarios e irreales.

  Conviví con una persona durante seis meses pero casi siempre cuando estaba dormido.

  Una mañana me fui de aquella casa para no acabar matándome.


jueves, 21 de abril de 2016

Me perdí.

 


    Hoy no quiero pertenecerte, le dije cuando llegó hasta mi dispuesta a todo

    Hoy salí a la calle solo , le dije,  caminé por los parques solo y solo me perdí.

    Estoy seguro de que más adelante, en mi memoria, hoy será el día en que para siempre me perdí.

   Así que hoy no quiero pertenecerte, le dije, cuando tras regresar, también a solas, llegó hasta mi dispuesta a todo

martes, 19 de abril de 2016

El Río

     

          El río a su paso bajo la ciudad bate sus aguas con fuerza contra su cauce de hormigón.

        Cuando por fin sale a la luz, para recorrer su tramo final hacia su desembocadura. crea la vida a su alrededor.

        Su ribera está llena de gatos, de ratas, de patos y de magníficos arbustos y árboles.

        La hiedra sube desde el fondo y trepa por los troncos de los árboles parasitándolos, en busca de su propia luz.

         Subido en la barandilla, un pato con sus plumas marrones y verdes, me observa mientras me acerco a él. No tiene miedo, casi podría tocarlo.

          Se ha acostumbrado al ser humano.

          Todo esto es fácil y posible cuando la vida se respeta.