Estaba ya bien de mañana en mi banco, esperando a recibir mi dosis de rayos ultravioletas, cuando una espantosa visión arañó mis retinas, mis nervios ópticos y mi cerebro todo, en forma de un tatuaje que un pobre mocico soportaba en su gemelo derecho, en él, tras una red como las que lanzaba Spiderman, sufría la faz contraída de una especie de orangután, por llamarlo de alguna manera, pues en realidad no se sabía si aquello era un simio, un homínido, el eslabón perdido o si podría tratarse de algún extraño tipo de mamífero. Menos mal que el mamífero este, en el que se contenía el tattoo, se alejaba muy rápido, corriendo.
Eso es lo bueno y lo malo de los tatuajes, pensé, que casi todo el rato los ven los demás. Hay algunos maravillosos, como aquél tigre que lucía un guitarrista y cantante con el que toqué en tiempos, que con sus fieras rayas negras, amarillas y naranjas, descendía por el brazo de mi amigo, y que recordaba a los famosos tigres de Borges. También hay otros que tienen un sentido más o menos profundo, una fecha, un nombre, una rosa de los vientos, un gatico, las iniciales de seres queridos y tantos otros, los hay en algunas tribus que completan al ser humano que los lleva, que marca la pertenencia a un clan. Todo esto lo había investigado yo en tiempos, cuando intrigado por todo este asunto leí el libro cuya foto acompaña a estas palabras, pero a este del mico, ay que cosa tan terrible era, no le encontraba yo el la razón ni ninguna otra cosa, como tampoco se la encontraba yo a otro, que vi hace poco en la parte trasera del muslo de una mozuela, en el que en letras mayúsculas, bien gordas y rellenas de tinta negra, como las que hacíamos de chavales para rotular los murales escolares, se leía "PERREO".
Vino entonces a mi memoria otro tatuaje, de similar estilo, tamaño y grosor, que una amiga se había hecho de cría en las lumbares, no entendía ella muy bien por qué, y que me enseño no sin vergüenza un día que estábamos de juerga, si no de qué, que rezaba "MADE IN SPAIN", menudas risas nos echamos. Recordé también como sobre este último tatuaje había pensado en tiempos mucho yo, y en como imaginé, que Diosito me perdone, en como lidiaría aquella querida amiga con él cuando estuviera en los placeres del amor.
Tengo que reconocer, también yo con vergüenza, que imaginaba que cuando estuviera haciendo cosas de novios con su chico, cuando ella le diera a él la espalda y el se la viera entera, en la posición canina que ya estáis imaginando, él leería "made in Spain" y luego oiría "flop" y continuación vendría a su mente y a su cuerpo una sucesión de, madeinSpain, flop, madeinspainflop, madeinspainflop, todo ello aderezado con los naturales jadeos y gemidos y me pregunté yo a mí mismo si se podría concentrar el mocico, o si tendrían convenido poner un trapico en la zona para evitar que le viniera a la cabeza el estribillo de la eurovisiva canción aquella "madeinspain, flop, pasaporte especial, flop...." y le entrase la risa floja y le desapareciese el vigor, pobrecicos los dos.
Y en esto estaba mi pobre cabecica, cuando un cafre que paseaba con su perro, cogió una piedra para tirársela a los cuervos que nos miraban apaciblemente desde las ramas, acción que repitió en varias ocasiones sacándome de estas divagaciones que ahora os cuento, así que para no contemplar semejante espectáculo, y muy tranquilo por la seguridad de los cuervos, que escapaban sin problemas de las piedras, por tener más inteligencia que el bodoque que las lanzaba, me fui de allí pensando en el juego que me iba a dar mi banco, al que pronto volvería en busca de sol y de esta realidad tan extraña que viene a nosotros en forma de ceñidísimas mallas o de extraños tatuajes.