martes, 3 de julio de 2018

En mis sueños música y Bach

En mis sueños, de noche, sentado en la banqueta de un pequeño clavecín de viaje rodeado de velas, en camisón, sin peluca, y con un gorro de dormir del que cuelga la consabida borla de lana blanca, se sienta el gran Bach, que toca Las Seis Partitas de principio a fin.

Me quedo en la esquina del cuarto para no interrumpir mientras él canturrea sobre el clave algunas de las melodías principales.

Cuando por fin termina gira hacia mi su gran cabeza, me mira desde la profundidad de sus ojos hundidos y azules, casi violetas  a causa de la iluminación de la sala, y con una voz profunda y suave me pregunta:
- ¿Es esto un sueño?
- Sí, lo es, musito mientras una oleada de placer recorre mi médula espinal al saberme soñado yo también por él. Me repongo y le digo:
- Es magnífica, es perfecta.
- ¿Tú crees? Está acabada y a pesar de ello siento que le falta algo. Llevo noches enteras sin dormir, repasando la partitura una y otra vez, y no lo encuentro, no lo encuentro. Si sigo así me quedaré ciego.
- Puede que tengas razón, contesto. Es perfecta y está acabada, pero aun así sientes que le falta algo que no puedes encontrar, porque todavía no existe.
- Eso es, eso es, dice aliviado. ¿Es esto posible? ¿Y tú cómo lo sabes?
- Lo sé porque soy un soñador del futuro. No sé si debería decirte esto, pero por alguna razón estamos soñándonos el uno al otro. Como sabes, hace poco se ha inventado el pianoforte, poco a poco se irá perfeccionando, se escribirán miles de piezas para este instrumento que acabará por llamarse piano. Digamos que en muchos aspectos sustituirá al clavecín, continué. En el siglo XX nacerá un interprete llamado Glenn Gould, dotado de una técnica y de una sensibilidad asombrosas. Él transcribirá Las Seis Partitas al piano y muchas otras de tus obras y será célebre en todo el mundo por ello. También canturreará mientras toca, como haces tú.
- Fantástico, un tal Glenn Gould,  exclama él mientras su cara, tensa hasta ese momento, se deshace en una risa entre infantil y risueña que sale de su pecho haciendo que vibre su papada y que la borla de su gorro se meza y golpee su cabeza.
- Oye, oye, me pregunta ¿ Y cómo será la música del futuro?
- Será magnífica, brillante, alegre, luego sera melancólica, patriótica, y finalmente unos genios locos la desmontarán por completo, como quien poda un árbol para que crezca de nuevo lleno de vida.
- La música avanza, avanza, estupendo, estupendo. Entonces ¿Mi obra está acabada? ¿Estás seguro?
- Ya lo creo, ya puedes descansar tranquilo.
- Eso me gustaría, pero me temo que me estoy despertando.

La figura de Johann se desvanece en mi sueño y esto hace que yo también me despierte, quedándome con las ganas de darle las gracias por tanta belleza y por haber sacado con su música tantas vidas a flote, aunque creo que todo esto,  ahora en el presente, esté donde esté, él ya lo sabe hace mucho, mucho tiempo.

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