Sigo esperándote como a la lluvia de verano, justo en el filo donde acaban las tormentas, entre la sed y el hartazgo
Llegas como las notas de un sitar en una noche campestre, atravesando azules campos de alfalfa y claros de bosque y de luna
Vienes para desenredarme los brazos de mi propia tela de araña
Me tomas en tus manos como si fuese agua y me prendes en tu blusa blanca, sobre el algodón de tu pecho azafranado.
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