Los niños ondean en sus columpios como una colada tendida al viento de verano.
Ven el Sol acercarse y luego la tierra del parque gracias al adulto que los empuja
A veces se sueltan y se dan en el suelo con la frente o con la barbilla, entonces son curados y consolados
Pronto pierden el miedo y vuelven a mecerse contra el aire como las mazorcas de maíz, como las hojas de los álamos pero siempre vuelven a tierra firme, cada vez más encorvados, siempre a la tierra, cada vez menos arriba, cada vez más abajo, más abajo.
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