jueves, 12 de noviembre de 2020

Engañifas a la carta

 La engañifa de la sociedad consumista ha superado en astucia a la religiosa, ya que nos promete una mejor vida ya en esta misma, sin necesidad de morirnos ni nada. Las dos difieren la obtención  del supuesto premio, pero una lo pone en el más allá y otra en el más acá.

Es un milagro que esta engañifa del mercado funcione, a pesar de que podamos ver su trampa en el día a día, pues todos vemos que sólo unos pocos reciben los laureles y la inmensa mayoría, aunque se haya esforzado tanto o más que los escasos elegidos, no recibe jamás la recompensa a sus esfuerzos. 

La engañifa religiosa tenía al menos esa elegancia de no poder ser rebatida científicamente, pues ningún humano ha vuelto de la muerte para contarnos lo que hay tras ella, así que podía funcionar dentro del engranaje del miedo a la misma muerte, pero que mucha gente siga creyendo en la engañifa del mercado, cuya falsedad está ampliamente demostrada, dice mucho del gran mérito de sus creadores, ante los que deberíamos quitarnos el sombrero, qué tipos más geniales.

Está claro que la gente no es tonta, y que cree porque quiere creer: en la engañifa religiosa, en la del mercado o incluso en ambas y en otras muchas más, por creencias será, y quiere creer porque cree que  para seguir viviendo hace falta una ilusión, un objetivo, una esperanza, aunque en realidad, para vivir, sólo se necesite amor humano, y en su defecto un buen montón de libros y un gato.


 


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