Si algo podríamos estar aprendiendo en estos confinamientos, es a distinguir la necesidad del deseo, no del deseo sexual, sino del deseo de poseer sin talento, aunque más bien sospecho, por el incremento de las ventas por internet, que los que ya habíamos aprendido a distinguir lo necesario de lo que deseamos, por haber pasado ya alguna carencia en otras crisis, estamos perfeccionando este conocimiento, mientras que los que tienen un deseo desbocado, y posibles para mantenerlo, están comprando lo mismo o más.
De alguna forma entiendo esta forma de actuar, pues de algún modo tiene que sobrellevar la gente el encierro y la ansiedad, pero con estas personas no podemos contar ni hacer nada, simplemente siguen comprando porque pueden hacerlo y porque no pueden evitarlo.
Digo esto porque siempre he pensado que como consumidores, tenemos el poder de cambiar el mercado a través de las decisiones que tomamos a diario con nuestras compras (cuando alguna vez podemos hacerlas) y cambiando el mercado, queridos amigos, se cambia el sistema, porque el sistema es el mercado, es más, se llama así: "sistema de mercado"
Sin embargo veo a mucha gente intentando cambiar el sistema de mercado, no en el mercado, sino en el mundo abstracto de las ideas, y ni siquiera en sus propias cabezas, sino en las cabezas y en los pensamientos de los demás, lo que es muy difícil, porque cada uno tiene sus propios pensamientos. Así andan siempre dando la tabarra a propios y a extraños, y metiéndose en discusiones sin fin, que no hacen mas que tensar el ambiente y nos hacen perder una gran cantidad de energía en chácharas sin resultado alguno.
Estos discutidores se dicen: "cambiemos el pensamiento de la gente y cuando la gente se de cuenta de nuestra verdad actuará, y entonces, por fin, las cosas cambiarán", y no digo yo que este camino no sea efectivo, pero a lo mejor es efectivo dentro de mucho, mucho tiempo, pero de un mucho, mucho tiempo, que empezó hace ya mucho, mucho tiempo.
Lo malo es que si mientras unos intentan cambiar el sistema en las cabezas de los demás no actuamos con las nuestras, porque las tenemos ocupadas en el mundo de las ideas, retrasamos el momento de actuar eternamente. Pensamos en los grandes cambios que individualmente no se pueden conseguir, y no actuamos en los pequeños, en ejercer el pequeño y escasísimo poder que ya tenemos.
Los consumidores somos los dueños del mercado, y podemos cambiarlo en uno u otro sentido, aunque pensándolo mejor, lo mismo es eso exactamente lo que ya como sociedad estamos haciendo, cambiarlo mediante las compras que hacemos, hacia algo todavía peor.
Para ilustrar todo esto, y a pesar de que soy consciente de la matraca que os estoy dando, y de que yo mismo estoy intentando cambiar la forma de pensar de algunos de vosotros, contaré una historia de camarero de la época de la Guerra de Irak;
En aquellos tiempos trabajaba yo en un bar del Tubo zaragozano, y cuando acababan las manifestaciones multitudinarias que se hacían contra esta guerra liderada de Estados Unidos, y contra la patética participación de "Ansar" en todo este tinglado ilegal, llegaban los amigos al bar a tomar algo y algunos me decían cosas como esta:
- Ha sido una manifestación acojonante Quique, anda, ponme una Coca-cola y dame un paquete de Lucky Strike, a lo que yo contestaba
- Oye Zutanito, ¿Has pensado que a lo mejor no es eso?
Pero al final, mi amigo, llevado por la euforia de la lucha, la celebraba con Coca-cola mientras se fumaba un Lucky.
Está claro que podemos hacer muy poco, pero si podemos hacer algo, cambiar nuestros hábitos de consumo es de lo poco que podemos hacer, pero claro, mientras digo esto me pregunto: ¿Cambiar el consumo, Quique? pero ¿Para eso no hay que ser capaces de tener un cierto consumo?
En fin, ya veis que me debato y debato yo mismo conmigo mismo dentro de mi cabeza, y en las vuestras, en otra una rueda sin fin. A ver si por fin dejo de escribir y actúo.
Que compremos cosas necesarias, y que efectivamente podamos comprarlas, que se nos cumpla,
Amén
Un abrazo y salud.
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