Tras la última huida sólo quedo yo en el barco. Un barco que engulle agua y que en vez de hundirse, como debiera, se mantiene a flote y se queda atrapado en un mar calmo.
El agua de mar se transforma en un espejo y ya no es posible ver nada debajo del agua, sólo me queda mi propia imagen reflejada y así mirándola, el Sol me quema.
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