jueves, 21 de enero de 2016

El pinchazo , segunda parte.



  Voy al médico a por los resultados de los análisis que me hice el otro día, pero por alguna oscura razón no me han hecho los correspondientes a los riñones así que tengo que volver a completar la tanda la mañana siguiente.

  Pienso que tengo ya varios órganos vitales perjudicadicos, lo pulmones por el asma, el cerebro por la depresión y ahora los riñones (me figuro que a causa de las medicaciones) con una  insuficiencia renal crónica. " Menuda mierda de cuerpo tengo", pienso para mis adentros, "que decrepitud, si ya estoy pa tirar" sigo, y me río bien a gusto de mis propios pensamientos.


  Esta vez la visita al ambulatorio  es algo distinta porque voy con mi padre, al que por casualidad le toca también hoy hacerse análisis.

 Él tiene hora a las ocho y diez y yo a y veinticuatro pero vamos juntos. La escena esta vez, al ser unos minutos antes, cambia por completo.

  - A ver, buenos días, dice la enfermera, primero llamaremos a los del sintrón, luego a los del médico de cabecera y por último a los del especialista. Y en este orden  se van sucediendo las cosas.

   El público es mucho más mayor que la anterior vez, debe ser porque a los del sintrón le llaman a primera hora, pobres, vaya levantada, aunque pensándolo bien los mayores duermen menos, lo que es para mí otro fallo de diseño del ser humano, cuantas menos cosas tienes que hacer más difícil te resulta dormir, pero bueno.

- Cuantos ancianos estamos, dice mi padre al ver al personal.
- Si que estamos muchos ancianos, si, le contesto y los dos reímos.

  Llaman primero a mi padre y poco después me llaman  para pasar al pinchazo. Hoy me toca una enfermera de unos taitantos años y le digo de nuevo que me encanta como sale la sangre de mi cuerpo y como pasa al tubo.

 -¿Te gustaaaa? pregunta con retintin y antes de que me considere un bicho raro adicto a las auto-mutilaciones le explico que lo que me gusta es el color de mi sangre y también como fluye, pero solo eso y nada más.

   Cuando salgo mi padre me está esperando y cuando volvemos charlando hacia casa pienso que tengo que dejar de decirle a la gente estas cosas tan raras, preferiblemente antes de que me encierren.


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