En mis sueños buceo en un río muy frío, en el tramo donde los salmones se preparan para emprender su vuelta al alto lugar donde nacieron.
En un rincón de aguas tranquilas, colgado de una roca bajo el agua, hay un espejo redondo de baño, donde un salmón de aletas muy grandes se está afeitando a la vieja usanza, con brocha y navaja. Llego hasta él y le pregunto qué está haciendo:
- Maqueándome para el viaje ¿Acaso no lo ves?
Y sí, sí que lo veo, pero cuando el pez termina de rasurarse, y acaba de retirarse los restos de jabón con una toalla limpia, me lanzo hacia él e intento abrazarle, para as darle ánimos en su última aventura. Él se revuelve, me empuja con las aletas y con la cola y me dice:
-Ya sé lo que quieres conseguir ¡Largo!
Se pone con gran velocidad lejos de mi alcance y se marcha hacia su destino con una determinación valiente y esperanzada.
Salgo del agua y me digo:
- Aquí abajo, en el agua profunda de mis sueños, también hay amor y rechazo.
Despierto, ya casi amaneciendo, echo mano al medio orfidal que tengo siempre preparado en la esquina de mi mesilla, y vuelvo a sumergirme en las profundidades del inconsciente.
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