Siempre nos cuesta mucho a mi compañera Rosa Alarcón y a mí en Halloween distinguir a los clientes del bar que vienen disfrazaos y a los que no, y hay que tener mucho cuidado porque imagínate que le pones una caña a un señor y le dices en plan de broma "Aquí está su caña, Don Drácula", y resulta que no va disfrazao, o que va disfrazao pero no va de Drácula, no sé qué es peor.
En fin, esta noche siempre es un sinvivir, así que me figuro que antes de las diez ya estaremos diciendo eso de: "Señor, ten piedad; Cristo, ten piedad", a ver si esta vez el Señor e incluso Cristo nos ayudan, que últimamente nos ponen muchas pruebas y luego nos abandonan a nuestra suerte.
Un abrazo y salud.
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