Nos enseñaron sobre todo a callar y a no hacer ruido, con escaso éxito, porque el ser humano necesita ser escuchado, percibido, soñado, deseado y por fin tocado y amado.
Así, entre la resistencia de todos a escuchar y la necesidad de todos de ser escuchados, se organiza esta torrentera de ruido que no cesa y que todo lo arrasa, en la que nadie escucha y en el que nadie puede ser escuchado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario