Hay pocas cosas más emocionantes que los niños en los días de lluvia. saltando en mitad de los charcos con sus botas de agua, metiéndose en el mundo, comiéndoselo a bocados, existiendo plenamente.
Abriendo y cerrando sus pequeños paraguas y sintiendo que este gesto les hace dueños dela agua y de la tierra entera.
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