Antes podíamos tener fé en nuestro entorno, sabíamos que lo que oíamos, veíamos, lo que percibíamos con nuestros propios sentidos era en general cierto.
Más allá de este entorno, podíamos creer en el pseudo entorno, que es el siguiente círculo, donde la información llega de segunda mano, si confiábamos en las fuentes que nos proporcionaban dicha información.
Hoy día, por obra de la tecnología y de la inteligencia artificial ya ni siquiera podemos confiar en lo que percibimos por nosotros mismos.
Zygmunt Bauman hablaba muy brillantemente de que el nuestro era un mundo líquido, pero este, a una velocidad y con una aceleración nunca antes vista, se está transformando ya, bajo nuestra propia mirada en un mundo gaseoso.
Cuando el entorno era sólido, y se podía creer aún en algunas cosas, se podía crear una ética, una moral, era posible llegar a una serie de conclusiones; “Pienso luego existo”, decía Descartes, y sobre esta premisa creíble extendía el resto de su pensamiento, pero ahora sobre el entorno gaseoso, sin nada sólido en qué creer ¿Qué se podrá crear?
Es cierta esta visión del mundo actual, pero yo aún confío en que algún día sabremos organizarnos para luchar contra ella. Para que al menos permanezca todo lo que tú sientes y has vivido (como yo) lo indispensable, para el ser humano, del mundo anterior.
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