Sin embargo los ladrones saltan por encima de tu verja sin ninguna dificultad y los buenos se quedan fuera, en la puerta, esperando a ser algún día recibidos.
En la vida casi todo el mundo sabe bien cuál es su oficio, también los que provocan una y otra vez su propia profecía auto cumplida, para luego poder quejarse con el fin de poder volver a repetirla.
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