jueves, 27 de febrero de 2020

El borracho



Todos los días, aparecía a una hora u otra en el café del este un bebedor alto y flaco de uno cincuenta o cincuenta y cinco años, sin afeitar, bastante sucio, pero no lo suficiente como para pensar que viviese en la calle. le faltaban los dientes incisivos superiores lo que le daba al sonreír un aspecto infantil.
Por el enrojecimiento de la parte baja de las aletas de su nariz era obvio que hacía uso de otro tipo de sustancias diferentes al alcohol y se movía con  la seguridad que le daban todas estas drogas y el saber que en otros tiempos había sido un hombre guapo.
Con sus constantes visitas poco a poco a poco se hizo conocido de la plantilla
Nuestro protagonista aprovechaba cualquier ocasión para bromear delante de las camareras sobre su mujer, a la que nadie había visto nunca por allí, y sobre la vida sexual de ambos:
Que si mi mujer es mucho más joven que yo, que si me exige mucho, que si esta noche casi me mata, que si esta mañana quería otra vez , que si todavía me tiemblan las piernas...
Las camareras se habían habituado a oír sus brabuconadas de fondo, no sin una mezcla de disgusto y de asco, y a aguantarlo  como podían, hasta que el bebedor comenzó a utilizar estas bromas para hacer proposiciones a las chicas.
-Oye Raquel, le decía a la más joven, no te querrás acostar con mi mujer esta tarde, y así cuando llegue yo a casa me la encuentro relajadica
Raquel, horrorizada hacía como que no lo había escuchado, pero él entonces arremetía contra Mariajo
- ¿Y tú Mariajo? ¿No querrrás venir a echarte la siesta con mi mujer y conmigo esta tarde, yo no os voy a molestar nada, vosotras a los vuestro.
Cada día nuestro hombre bebía más y el incremento de la ingesta de cerveza iba  acompañado de una subida de tono en los comentarios obscenos , que llegaron a convertirse en una gran molestia para las trabajadoras, hasta tal punto que decidieron poner punto y final al asunto, dejando al tipo fuera de combate rellenándole la caña una y otra vez, antes de que se la pudiera terminar.
Tardaron varias horas,  porque la tolerancia al alcohol de estos tipos es tremenda, pero cuando ya estaban cerrando el local el borracho se derrumbó arrastrando en su caída varias copas vacías, un velador y varias sillas.
Entonces Mariajo se agachó,  le sacó el teléfono del bolsillo y llamó al primer número de la lista de contactos, que figuraba como "AA llamar a Adriana"
- Buenas noches, contestó una mujer joven
- Buenas noches, mire, no querría alarmarla, pero el propietario de este teléfono está en el Café del Este en el suelo, bastante borracho
- No se preocupe, dijo Adriana con resignación, y disculpe las molestias, enseguida  salgo para allí.
Las camareras fueron recogiendo y barriendo el bar. A la media hora apareció la mujer.
- Adriana, Adriana,balbucía el hombre en el suelo
Adriana se acercó a él ,lo ayudó a levantarse y le dijo
-Vámonos a casa papá

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