martes, 2 de febrero de 2016

La cola del ambulatorio.



    En el ambulatorio hay una fila única para pedir cita y al final de ella una sola raya verde, pintada en el suelo, sobre la que se ha escrito "Espere su turno" y luego, en el mostrador dos puestos de atención al paciente.

   Mientras espero noto en mi nuca el aliento de una mujer, que según se va desocupando uno u otro trabajador del mostrador, se balancea a derecha o izquierda para intentar colarse. Yo me balanceo ligeramente a mi vez, sin perder mi puesto en la única fila, para dejarle ver que me doy cuenta de su juego.



   Está claro que es una de esas personas tontas que acaban montando dos filas donde sólo había una generando, en consecuencia tremendos follones y broncas a lo tonto.

   Estas personas no nos salen gratis, pues por sus estúpidas acciones hay que gastar más dinero del necesario en seguridad, de hecho allí está el guardia jurado que nos observa, desde una distancia disuasoria a la par que prudente, le miro y me lanza una mirada de complicidad y menea la cabeza como diciendo "Estoy de tu parte, ya veo ya"

    La espera se prolonga y me pongo a pensar en el codazo en toda la jeta que me gustaría sacudirle a la mujer cuando por fin intentara colarse, un golpe seco que la dejara inconsciente en el suelo. El guarda se acercaría y me ayudaría amablemente a retirar el bulto un poco y me diría " ¡Muy bien hecho!, ¡Que técnica tan depurada! Muchas gracias por facilitarme el trabajo, estaba a punto de hacerlo yo, espere, ayúdeme a colocarla con los otros" Yo le ayudaría a ponerla en el montón con los otros tontos y él me ofrecería afectuósamente su mano, dándome, además, unas palmaditas en la espalda.

    Mientras pienso en todo esto la cola ha ido avanzando y una voz me saca de mi dulce ensoñación diciéndome "Adelante, pase" es mi turno.

    La mujer sigue detrás de mi sin saber nada del ostión del que se acaba de librar.


 

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