jueves, 12 de noviembre de 2015

Salir del armario.



  Hace años eran los homosexuales los que tenían que salir del armario. Hoy somos los enfermos de depresión y las personas que hemos sufrido malos tratos o abusos, los que debemos reconocernos ante los demás como seres humanos visibles que también forman parte de la sociedad, para erradicar  así la violencia física, psíquica y sexual que se ejerce contra los niños de hoy día, contra los niños que fuimos.

   También para que disminuyan la desatención, la negligencia el abandono físico y el emocional, de que son objeto los niños por parte de los adultos y en definitiva, la estupidez y la violencia con que trata el mundo a la infancia.

 Se nos tiene que ver para comprender porqué más de tres mil personas se suicidan al año en España, muchos de ellos a consecuencia de las secuelas de estos malos tratos, que se manifiestan con toda su crudeza en la edad adulta.
 
  Sus vidas valen tanto como las de las mujeres lamentablemente asesinadas a manos de sus parejas o como las que desgraciadamente mueren en accidentes de tráfico.

  De los suicidios nunca se habla porque son la constatación del fracaso de toda una sociedad, no de la economía, no de la  derecha, ni de la izquierda, o del centro, o de las políticas sociales, ni de la iglesia, ni de la patronal o los sindicatos sino de todos y cada uno de ellos sin excepción.

  Basta ya de ficción, de entretenimiento, de estadísticas, de cifras y de cuentas. O se habla de los problemas reales de la gente, de los exteriores, de los materiales, pero también de los interiores, o al final algunas de las víctimas e incluso algunos de los supervivientes, se verán tentados a usar la violencia, siempre conforme al imperio de la ley: En defensa propia y a veces incluso, como dicen las estadísticas contra ellos mismos.

 

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