domingo, 9 de agosto de 2015
Soledad Infantil
No hay tregua para mi soledad infantil. Es el campo, tan hermoso, quien me cuida.
Doy largos paseos, pequeño y solo, y no me caigo en las zanjas, ni en las balsas, ni en las acequias.
Las botas llenas de barro y los bolsillos vacíos, tanto, como solo puede tenerlos un niño.
Subo al almendral y no puedo ver el fondo, de tan grande que es y de tantos árboles que tiene.
Aquí arriba tampoco hay nadie y ya comienzo a tener frío.
Lo recorro y bajo hacia la casa por el otro camino.
Antes de que anochezca nadie me echará de menos.
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