En mis sueños mi antigua bañera está llena de una sola lágrima gigante y cuando me desnudo y me meto en ella se va transformando ante mis ojos tranquilos en gelatina, en mercurio, en plomo y por fin en ámbar.
Sumerjo también mi cabeza y allí me quedo cristalizado en paz, como un insecto, dentro de un silencio naranja absoluto y perfecto.
Lástima tener tan solo plato de ducha. Una gran metáfora entre el agua y el àmbar.
ResponderEliminarGracias Luis. Siempre puedes probar en un hotel. Salud.
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