Estaba yo en el bar trabajando y entre un plato sentía que mi mente trabajaba en estas frases, que se me habían ocurrido hacía ya unos días:
"Dar sentido a la vida ¿Será darle un sentido, una razón, o será darle, mejor, un sentimiento? ¿le has dado una razón a la vida o la has sentido?"
Mientras tanto, en una mesa, una señora le decía a otra que un compañero de su oficina había dicho por la mañana "Para que yo me vaya tendrá que venir alguien que valga tanto como yo" y ambas reían
Entonces un pensamiento en forma de imagen ha ascendido a mi consciencia y me he dicho a mi mismo "Vales tanto cuanto seas capaz de amar, lo demás no vale nada" y así han quedado concluidas las frases en las que mi mente trabajaba en un segundo plano, porque me he dado cuenta en ese preciso momento, de que efectivamente el sentido de la vida no es una razón, sino un sentimiento, que no es otro que el amor.
Una vez apuntada esta idea en la ficha de cartón blanca con rayas rojas, que siempre llevo en el bolsillo trasero del pantalón vaquero a tal efecto, me he ido a levantar los primeros platos de la mesa dos.
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