El paraíso era el bar de un tren antiguo, como los que todavía existían en mi juventud,con sus mesas grandes en la cantina, para pasar la tarde en ellas leyendo y tomando café.
El paraíso era un tren que llegaba, al rayar la noche, a un andén donde siempre me esperabas tú.
Ahora el paraíso es una cápsula de aislamiento llena de libros entre mantas y trocitos de orfidal.
Ahora el paraíso es el sueño, siempre el sueño, profundo. que roza la inconsciencia y que nunca recuerdo, cuando involuntariamente despierto, con el único objetivo de volver a la cama pronto y sólo.
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