Estoy leyendo en un bar, y pesco al vuelo, no por gusto, una conversación entre unas señoras sobre las notas de sus nietas adolescentes, una de las cuales está presente, y juguetea con su teléfono móvil.
Tras las consabidos comentarios acerca del sistema educativo una de ellas dice: "Mientras salga bien preparada..." ¿Preparada para qué? pienso yo ¿Para la vida? ¿Para el dinero? ¿Para la vida laboral? ¿Para la vida emocional?
Seguramente nadie se habrá preocupado de inculcarle a la chica el placer por la lectura. Este sí que es un recurso útil, con el que uno puede defenderse y puede aliviar, gratuitamente, todos los pesares de la vida, esos para los que nada ni nadie puede prepararte.
Me dan ganas de levantarme y de regalarle a la nieta uno de los libros que siempre llevo conmigo, pero me contengo para no parecer un loco, mientras me digo a mi mismo que además sería inútil, porque que para ella, me temo, ya es demasiado tarde.
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