Hoy, con cuarenta y cuatro años tengo ya la satisfacción , para bien o para mal, de considerarme un ser terminado, acabado, en el mejor de los sentidos. Así que ese afán de construcción de cara al futuro, huelga, por estar ya fuera de tiempo.
Me veo así libre de tener que construir una relación de pareja duradera, una familia, una carrera académica, artística o musical.
Tras mi enfermedad he tenido el placer de recuperar mi oficio de camarero y de sentir, gracias a él, que soy capaz y libre de ejercerlo en cualquier lugar del mundo.
La vida, tal como ha sido, y de ella no cambiaría ni una coma, me ha llevado hasta aquí como a otros les lleva a otros lugares y ahora queda el mayor y más placentero de los quehaceres de la vida: Estar, sin más. en ella.
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