La competitividad es una esclavitud diferida, trasladada de arriba a abajo
En la competitividad no hay igualdad
La excelencia es una exigencia diferida, de arriba a abajo.
En la excelencia no hay libertad.
Como hizo nuestro Señor Jesucristo, hay que predicar con el ejemplo, porque los que predican están encantados con sus normas, siempre que sean los demás quienes las cumplan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario