domingo, 30 de abril de 2017

Colocado



Aquí te dejo lo del cortado, dijo señalando unas monedas sobre la barra, y cuando volvió a la mesa donde había dejado su libro, su pluma y su cuaderno, se dio cuenta en un sólo momento de que todo, al igual que las monedas y el resto de los objetos, estaban allí colocados, o en realidad dejados a su suerte, por obra, decían algunos en esa mañana de domingo, de un Dios omnipotente.

Se paró a contemplarlo todo y pensó que aquel total y absoluto abandono de los objetos y de los seres vivientes no era, ni mucho menos, un acto de amor.

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