lunes, 17 de octubre de 2016

Las palomas y el tranvía.

 

  Una paloma ha acabado bajo las ruedas del tranvía. Sólo quedan de ella algunas plumas ensangrentadas entre las hendiduras de las vías.

   Las palomas, como no podía ser de otro modo también se están quedando sordas, igual que nosotros. También a ellas se les embotan los sentidos con el ruido y con la contaminación.

    Los tranvías por el contrario se han quedado mudos, hoy día son silenciosos, algo curioso en medio de tantos decibelios de tal forma que tampoco los humanos los oímos venir y ellos pierden parte de su esencia no anunciándose al llegar.

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