Lo peor de la depresión es que solo la entiende el que la ha
pasado o quien ha tenido a alguien cerca sufriéndola.
Recuerdo al
principio, cuando estaba todavía sin diagnosticar. Fui al centro de salud, al
servicio de urgencias de la tarde, porque tenía mucha ansiedad. Yo, pobrecico
mío, quería que me recetaran Dogmatil, que es un medicamento que en realidad es
para los mareos y los vértigos y que había tomado alguna vez cuando estaba muy
nervioso de niño. Un medicamento que se puede comprar sin receta, pero eso lo
supe después.
Allí había dos
pedorras de médicos más jóvenes que yo que se debían de creer que quería drogas
o algo así. Les dije lo que me pasaba y ellas, que se creían muy listas, casi
se reían en mi cara. Una de ellas me dijo:
—¿Estás tomando algún medicamento ahora?
—No, ahora mismo no, pero suelo tomar Rinoebastel
para la alergia.
Y la idiota
aquella me dijo:
—Pues si te tomas eso a lo mejor ya no
necesitas tomarte nada más.
Y sin darme
nada me largaron de allí. Me fui a la farmacia, pedí el Dogmatil y me lo
dieron. Con aquel pequeño placebo y con un ansiolítico (Deanxit) que me pasó mi
padre logré llegar a la cita con la psicóloga a la que iba desde hace años y
ella me dijo que tenía una “depresión larvada”, es decir, una depresión que no
se debía a nada que me estuviera pasando en ese momento si no que se había ido
“larvando” durante años y que en ese momento se había desencadenado.
Me dijo que
seguramente había estado deprimido muchos años, desde la infancia, puede incluso
que hubiera estado así toda la vida. En aquel momento todavía no sabíamos
exactamente cuál era el origen de todo aquello. Me mandó al psiquiatra, que me
puso en tratamiento y comencé a trabajar.
Hay gente que
no hace trabajo psicológico cuando tiene una depresión y lo deja todo en manos
de la química. Hay personas que no toman nada y que solo hacen trabajo y luego
están las que trabajan durante la enfermedad y además se medican. Creo que esta
es la mejor opción.
Cuando uno
tiene una depresión hay una parte física: el sistema nervioso está agotado,
desgastado, igual que pueden estar agotados, desgastados o dañados el estómago,
el corazón o los pulmones y, para recuperar esta parte de la anatomía, hacen
falta los fármacos. Es igual que el deportista que se ha lesionado una pierna y
que toma relajantes musculares, antiinflamatorios o analgésicos para recuperar
los músculos y luego hace rehabilitación. La ventaja del cerebro es que es
posible a veces empezar a trabajar en la mente antes de que el cerebro en sí
este curado físicamente.
Recuerdo a
esas pavas de médicos y pienso que son la constatación de que una mujer, al igual
que un hombre, también puede ser médico y médico idiota.
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