Queridos amiguicos, hay gente que cree en la telepatía, pero en la de los demás, sobre todo de la de los camareros. Esta misma mañana he tenido esta conversación con un señor que en muy alta voz me ha dicho:
- Oiga camarero ¿Y el revuelto de longaniza y trigueros?
Vaya, he pensado, otro que piensa que con entonar como si estuviese preguntando ya está preguntando, y que no hace falta poner en las frases verbos, ni terminarlas, ni nada.
A pesar de que ya sé que mirar fijamente a estos sujetos y cabecear, animando a que completen la pregunta, nunca sirve de nada, he vuelto a hacerlo, pero él ha mantenido la mirada fija sobre mí, como si yo tuviera que saber qué se le pasaba por la cabeza, así que para que no pareciera que el tonto era yo le he dicho:
- Pues el revuelto de longaniza con trigueros es eso exactamente: un revuelto de longaniza con trigueros
- Ya pero ¿los trozos de la longaniza son grandes o pequeños?, ha terminado su pregunta por fin
- Pues lo normal en estos casos, ni grandes ni pequeños, he apostillado yo
Llegado a este punto, como estaba a punto de empezar a reírme, le he dicho al señor que ya iba a preguntarlo a la cocina, y eso he hecho. Allí la cocinera, Yami, me ha contestado que por supuesto que los trozos eran grandes, como corresponde. He esperado unos segundos para recuperarme de la risa floja y he vuelto para decirle que eran trozos grandes, como en los de cualquier revuelto que se preciase de serlo, vamos, que era un revuelto normal, y no un batido ni nada "esferificado" ni deconstruido, ni nada raro, con lo que el señor ha quedado complacido, pero aquí no ha acabado la cosa:
- Entonces de primero revuelto de longaniza y trigueros, pero oiga camarero, ha continuado, ¿Y el entrecot?
- Señor, el entrecot es un entrecot de los de toda la vida, no sé exactamente qué es lo que querría usted saber del entrecot
- ¿Cuánto pesa?, ha vuelto a soltarlo, por fin
- Pues más o menos como todos los entrecots, unos doscientos gramos, más o menos, y antes de caer de nuevo en la trampa le he dicho: espere que vamos a pesarlo.
Y allí que he ido otra vez con Yami, con la que me he puesto a pesar el entrecot aquel, que pesaba por cierto ciento noventa y cinco gramos
Este peso le ha parecido bien al comensal que lo ha encargado "al punto" junto con el revuelto de grandes trozos de longaniza.
Una vez hecho todo esto y habiendo cantado la comanda, he podido volver a atender a los clientes de la siguiente mesa, que eran habituales, que habían escuchado toda la secuencia, y que me miraban con la sonrisa en la boca
- Buenas tardes por fin, les he saludado, ya me disculparán señores, es que he tenido una super producción en la mesa anterior y no he podido venir antes
- No se preocupe que ya hemos oído toda la jugada, me han dicho entre risas, ya vera como con nosotros recupera el ritmo, me han dicho, no se preocupe que no tenemos ninguna prisa. Y así, gracias a ellos y a su amabilidad he podido volver al mundo real y recuperar el tiempo perdido.
Queridos amiguicos, por favor, no seáis como el señor de la alta voz, y sí como nuestros clientes habituales de la mesa de después, así no se morirán tantos camareros de shocks multiorgánicos y de infartos fulminantes bandeja en mano, y así Diosito nos podrá ir haciendo hueco, a los que vayamos cascando, poco a poco en el Cielo, que como todos sabéis está tan lleno de camareros que se lo han ganado a pulso, que a Dios casi ya no le caben más camareros a Su Diestra.
Que seáis como los clientes de la segunda mesa, que se nos cumpla, amén
P.E. : El servicio de hoy ha sido tan delirante que esto no es ni una quinta parte de todo lo que ha sucedido, así que, continuará.
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