martes, 29 de mayo de 2018

Comunicación

Voy como siempre paseando con mis auriculares puestos, hoy toca Bach. Veo a unos conocidos, ellos también me ven a mí, pero no nos saludamos. Es lógico, hace mucho que perdimos el contacto. Pienso entonces en un artículo de  Paul Watzlawick que leí hace tiempo, en el que se hablaba de la "imposibilidad de no comunicar" y venía a decir que siempre estamos emitiendo una señal, y que incluso el acto de no decir, o de no saludar, es un mensaje en si mismo.

Continúo mi camino. Siguen sonando Las Seis Partitas del gran Bach en las manos del genial pianista Glenn Gould, que son para mi un bálsamo, un masaje cerebral en el que la sangre estimula todas mis neuronas, inundándolas  de belleza, como el agua inunda un campo de arroz.

Pienso entonces en cuanto me gustaría que personas cercanas a mí, pudieran disfrutar de esta pieza tanto como lo hago yo. Al momento vuelvo a la idea de Watzlawick y me parece que ha quedado incompleta porque, así como es cierto que no podemos dejar de comunicar nuestras emociones más básicas, resulta casi imposible transmitir conocimientos y emociones más profundas.

A pesar de que estas ideas simples, son casi imposibles de no ser comunicadas, existen profesionales especializados en habilidades sociales, que ayudan a quienes tiene problemas para expresarse correctamente, a hacerlo mejor,  para evitar conflictos no deseados.

Al parecer la psicología es la única ciencia que se ocupa de estudiar estas emociones complejas, pero siempre llega tarde, cuando los sentimientos reprimidos, no comprendidos, y por tanto incomunicados, han hecho enfermar la mente de la persona.

El arte hace, como buenamente puede, este papel de válvula de escape desde el principio de los tiempos. Las personas que tienen habilidades artísticas pueden volcar en ellas sus mensajes y utilizar las diferentes disciplinas artísticas como formas de comunicación, aunque esta comunicación es  indirecta, puesto que ni el propio artista sabe a veces de qué aspectos inconscientes se compone su obra, ni tampoco sabe quién recibirá su mensaje, ni cómo lo interpretará, así que esta comunicación artística es más un grito, que un mensaje de algo que se conoce y que se necesita comunicar con claridad. De hecho el arte es algo que debe ser interpretado para poder ser entendido.

Así es como en este vacío de técnicas de comprensión y de comunicación de ideas y sensaciones, se forja nuestro aislamiento.

Nos quedamos a medio hacer, a medio vivir, desperdiciando el sentimiento y conocimiento de los demás, que siempre es diferente al nuestro y del que podríamos obtener sabiduría y sobre todo la compañía que tan a menudo nos falta.

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