No puede evitarlo, y tal es su ira, que su ritmo cardiaco se acelera, su temperatura aumenta y sus resistencias, ya incandescentes, se desperezan del frío de la noche con sus típicos quejidos tac, clanc, tlanc, tac, tac, tac, tac...
Al fin mi inhumano truco vuelve a funcionar, y por su boca, a modo de grito de impotencia y de rabia, expulsa la tostada crujiente, perfecta y entonces pienso :
Así es como la ira calienta la sangre del mundo para que se mueva de esta forma tan violenta.
La ira lo calienta todo y también mi tostada de desayunar. La miro y antes de morderla, sonrío.
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