martes, 19 de noviembre de 2013

El salto

Vuelvo a casa caminando y ya a lo lejos veo que la policía ha cortado la calle. También hay una ambulancia y un cuerpo medio tapado bajo una manta en el medio de la calzada. Está a la altura del portal de al lado. Algo impresionado paso de largo y subo a casa. Mi mujer me cuenta que una chica se ha tirado desde el quinto piso. La ha oído caer cuando estaba llegando a casa y ha ido a socorrerla junto con otras personas. Ha sido terrible. Pronto ha venido la ambulancia con los sanitarios que, después de darles las gracias, les han dicho que se marcharan. Ya se ocupaban ellos. Mi mujer está afectada como no podía ser de otra manera.
La ambulancia y la policía no se mueven durante mucho rato y no sabemos si la chica está muerta y están esperando a que llegue un juez a levantar el cadáver o a un médico para que certifique la muerte, si está agonizando o si se ha salvado. La damos por muerta porque pensamos que si estuviera con vida la habrían llevado a toda prisa a un hospital.

Al día siguiente circulan los primeros rumores por el barrio. La gente comenta apesadumbrada que parece que la chica estaba con depresiones, pero de si ha sobrevivido o no nadie dice nada.
Van pasando los días, las semanas, los meses y poco a poco y sin noticias todo vuelve a la normalidad.
Hoy, al pasar por su portal, he visto que estaban haciendo obras. Unos obreros estaban construyendo una rampa para una silla de ruedas. Una amiga que vive en el otro portal nos cuenta que la chica sobrevivió y ahora está en una silla de ruedas. También es mala suerte dar el salto desde demasiado abajo, por lo visto si quieres llegar al fondo tienes que llegar más alto.
Mi barrio no es diferente a muchos otros barrios. A veces parece increíble que pasen tantas cosas al lado de uno, porque esas cosas pasan siempre a diario pero en otras partes o en las películas o en el telediario.
La vida es siempre dura y siempre nos pasa rozando, pero estamos tan acostumbrados a ver la vida por la tele que cuando la vida nos sucede a nosotros nos parece tan increíble que no la experimentamos, casi ni la miramos. Porque creemos estar dentro de una película y es tan de Perogrullo decir que no es así, que es justo al revés, que son las películas las que reflejan la vida que nosotros vivimos, que casi da vergüenza decir algo tan obvio y mucha más que el hecho de tener que decirlo sea también necesario, porque es importante tener los pies en el suelo y recordar que las cosas no ocurren en el vacío ni en el espacio virtual y etéreo de la televisión, donde nuestros dirigentes y nuestros famosos pretenden habitar. La vida nos ocurre solo a nosotros dentro, muy dentro.
La vida es nuestra.

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